Dislexia

Laura Campos Vázquez CUANDO ESCUCHAMOS la palabra dislexia, pensamos en una persona que acude al logopeda porque confunde la ‘b’ con la ‘p’ y que no sabe leer y/o escribir bien , pero el término dislexia no es solo la dificultad que un niño, con un coeficiente intelectual normal, presenta a la hora de leer y escribir, sino que también engloba las dificultades de compresión, memoria a corto plazo, acceso al léxico, confusión entre la derecha y la izquierda y las nociones espacio-temporales.

Asimismo, la dislexia suele ir de la mano de otros problemas de aprendizaje escolar como la digrafía (dificultades en el trazado y el tamaño de las letras), la disortografía (dificultad para el correcto uso de las normas ortográficas..) y, a menudo, también aparecen problemas en la pronunciación (dislalias), sobre todo en palabras de nueva adquisición. Según las últimas investigaciones existen entre un 10 y un 15 por ciento de casos de dislexia.

En el aula, se puede detectar inicialmente por el retraso en el aprendizaje de la lectoescritura y las peculiaridades que se dan cuando se inicia como la lentitud, la ausencia de puntuación, la arritmia… Los disléxicos suelen ser:

Talentosos en el arte, música, teatro, deportes, mecánica, ventas, comercio, diseño, construcción o ingeniería. Poseen una excelente memoria a largo plazo para experiencias, lugares y caras; son descoordinados, malos para los juegos de pelota o de equipo; presentan dificultades con las habilidades motoras finas y/o gruesas; se marean fácilmente con algunos movimientos.

Parecen tener dificultad con su visión, aunque los exámenes de visión no se detecten problemas; poseen una extremada agudeza visual y observación o carecen de la percepción profunda y visión periférica. Leen y vuelve a leer sin comprensión. En el área matemática dependen de contar con los dedos u otros trucos; se saben las respuestas de los problemas y ejercicios, pero no pueden poner el procedimiento en el papel.

A medida que avanzan de curso los problemas crecen, ya que las bases del estudio y trabajo escolar de nuestro sistema educativo están en la lectoescritura y en habilidades que el niño no tiene, como por ejemplo la comprensión lectora; esto hace que todo el proceso de aprendizaje se vaya retrasando y estancando.

Por este motivo es muy importante la detección precoz, ya que el niño tratado a tiempo va a iniciar/reaprender la lectoescritura con un ritmo adecuado a sus posibilidades.

Se trata de hacer un aprendizaje agradable; el logopeda proporcionará técnicas útiles y adecuadas al disléxico para propiciar los éxitos. De esta manera lo que necesitaría en el colegio no sería una educación especial sino que la información se le proporcione además de en papel, de forma oral, visual y manipulativa. Estos aspectos han de tenerse en cuenta también a la hora de evaluar sus conocimientos.

Un pilar muy importante de los disléxicos son los padres, estos deben proporcionarles un gran apoyo emocional; el niño debe ser consciente de que sus padres comprenden sus problemas de aprendizaje, por este motivo deben de explicarle a su hijo que saben que se esfuerza mucho para alcanzar un buen nivel de lectoescritura; se ha de conseguir que haya una buena comunicación entre padres, colegio y logopeda.

La dislexia no es una enfermedad y con el tratamiento logopédico, el niño podrá alcanzar el mismo ritmo de aprendizaje que el resto de sus compañeros.

De ahí la gran importancia de la detección precoz: la iniciación del tratamiento a tiempo suelen dar muy buenos resultados y una clara mejoría del rendimiento escolar.

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