Disipar las sombras

CORRER A EXPLICARSE O CORRER a dimitir son las dos opciones razonables para el ministro de Hacienda ante la sombra de que la operación Pokemon -la investigación de la jueza Pilar de Lara sobre la trama de corrupción en varios ayuntamientos gallegos- planea en el cese del delegado de Hacienda en Galicia. Los trabajos de investigación los realizaron y realizan funcionarios de la Agencia Tributaria. Necesita aclaración la sospecha de que los superiores de Hacienda castigan en este cese el no haber contado a tiempo con la información que la Agencia Tributaria realizaba por mandato de la jueza. Además de este caso en Galicia, hay excesivos ceses entre quienes tenían o tienen responsabilidades de investigación en casos que tocan a entornos políticos. Montoro debería haber explicado ya el origen del inicio de la crisis en la Agencia Tributaria. Las dudas sobre el trato a una gran empresa y estas dudas sobre investigaciones para casos judiciales son sombras peligrosas para la credibilidad y la confianza ciudadana en las instituciones. Si a la no desmentible dependencia política del Consejo del Poder Judicial se le añaden estas dudas de casos concretos judiciales, habrá que acabar por darle razón a aquel político todopoderoso en su momento, Alfonso Guerra, que anunció la muerte de Montesquieu: el fin de la separación de poderes. Si la teoría de la modernidad le llama separación de funciones y no de poderes, ya que el poder es uno, la cuestión sigue siendo la misma: una función no puede entrometerse, asumir, apropiarse o condicionar a otra. El poder de la soberanía popular no es precisamente el que está sembrando las dudas. Es todo lo contrario. Viciar en exceso el sistema solo traerá, más pronto que tarde, problemas. Solo contribuye a que la política y los políticos sean vistos o entendidos como preocupación o problema, como constata el CIS.

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