Discernir y transparencia

LOS PERIÓDICOS INTERNACIONALES que ayer en sus versiones digitales y hoy en papel recogen los documentos del Departamento de Estado (250.000 comunicaciones diplomáticas) practican algo sustancialmente diferente a Wikileaks, que los filtró. La publicación en los periódicos responde a un criterio de transparencia, está roto el secreto, y lo que es importante destacar, a un planteamiento de «discernimiento» en interés ciudadano. No es un vomitorio indiscriminado de informes. Le Monde y Der Spiegel explican ampliamente su posición al lector. Practican una transparencia responsable, si se quiere calificarla así. Eliminan toda referencia que pueda poner en riesgo a las personas; comunican a las autoridades estadounidenses qué documentos deciden hacer públicos para que aquellas puedan evaluar el impacto de seguridad, y las páginas de los medios quedan abiertas a la administración estadounidense. Le Monde, por ejemplo, acoge una amplia opinión del embajador en París. Nada que ver con censuras o sometimientos. Hay una respuesta a un interés ciudadano en esas informaciones: las prácticas y las opiniones de la diplomacia estadounidense interesan y repercuten en todos no sólo en algunos de los afectados. Estamos ante un hecho histórico por la dimensión de la filtración y sus consecuencias en la política internacional, particularmente en las relaciones de EE.UU. con algunos de sus socios. E histórico es igualmente el hecho informativo en su interés general. Y el encuentro de dos formas de entender la información: de una parte, la transparencia que supone internet , sin entrar a discernir en los contenidos. Y de otra, la plasmación práctica de la ética profesional de la gran prensa escrita de referencia, el periodismo elaborado que evalúa sus contenidos. Hay un deber de informar y ese deber responde a la sociedad de la que forma parte.No se sitúa por encima, ni al margen. A anotar que la filtración se produce donde hay libertad.

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