Cada vez que un político habla del Cabe repite incansablemente que el cauce es uno de los tesoros ocultos de Monforte y que la ciudad debe mirar y mimar más el río. Sin embargo, cuando un vecino se propone caminar por los paseos habilitados a ambas márgenes del tramo urbano del río tiene dos opciones y ninguna de ellas esperanzadora. Debe de elegir entre pasear por la orilla derecha y dar cuenta del abandono de la senda, o puede cambiarse a la izquierda y levantar acta de los destrozos existentes por numerosos actos vandálicos.
Del lado derecho, entre el edificio multiusos y el puente viejo, los vecinos que residen en el entorno enumeran al menos una decena de deficiencias. El camino que discurre entre las viviendas y el agua, que se creó a través de varios talleres de empleo, lleva meses sin apenas arena. Además, las papeleras no se vacían nunca y la maleza se come los muros de piedra que sirven de protección en el caso de una subida del nivel del río.
