Debacle popular en la cuna de Podemos

  • Galicia fue el laboratorio de Pablo Iglesias, que en las autonómicas asesoró a Esquerda Unida mientras aprendía de Beiras.

  • El peor resultado del PP en 25 años se centrifugó con el batacazo del PSdeG, el frenazo de AGE y la decadencia del BNG.

  • EL ESCENARIO
    La posición del PP en Galicia es más débil que tras el Prestige, pero entonces había alternativa.

  • EL PASADO
    Con Blanco de cartel, el PSdeG tuvo el porcentaje de votos más bajo de su historia en unas europeas.

 
En las cabinas de votación se asomaba una cara, la de Pablo Iglesias Turrión, que aparecía impresa en las papeletas de su partido, Podemos, en un ejercicio de televisiva personalización con aires populistas que le rindió extraordinarios réditos en España y también en Galicia. Por la noche el rostro de Iglesias fue el único que salió radiante como triunfador de las urnas gallegas, tras el muy sorprendente e intrigante escrutinio.

Los populares sufrieron una debacle en su feudo gallego con el segundo peor resultado de todos los tiempos en unas europeas, sólo por encima de las de 1989, que fueron precisamente las únicas elecciones que estuvieron a punto de perder en Galicia desde que desapareció la UCD. Simultáneamente el PSdeG se hundió ayer casi en la misma medida que el PP.

La Alternativa de Beiras y Esquerda Unida tuvo su primer pinchazo con un resultado por debajo de sus expectativas, aunque eligiese una eurodiputada. El BNG bajó de la tercera plaza del 2009 a la quinta, aunque tenga el consuelo de que pudo ser mucho peor si su coalición con Bildu no hubiese logrado el escaño para compartir.

Con su ya célebre coleta y su corbata de estilo progre desaliñado y mientras asesoraba a la líder de Esquerda Unida, Yolanda Díaz, Pablo Iglesias encontró en Galicia en el otoño del 2012 el laboratorio en el que empezó a fraguarse el éxito que consiguió ayer al obtener cinco eurodiputados desde la nada, gracias en buena medida a esa fosilizada Izquierda Unida de Cayo Lara.

Quizá Pablo Iglesias practique un optimismo irreductible al estilo de Camilo Nogueira. O quizá en aquella campaña gallega le despistasen las engañosas apariencias de la política gallega. Iglesias, profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense, decía estar convencido de que el PP de Feijóo podía perder la mayoría absoluta.

En ese pronóstico no acertó, pero sí lo hizo en comprender la esencia del fenómeno de Alternativa Galega de Esquerda, AGE, la alianza de Xosé Manuel Beiras y la Esquerda Unida de Yolanda Díaz que en esas últimas autonómicas obtuvo nueve diputados, al capitalizar el descontento con un PP que los anquilosados otros partidos del sistema, el PSdeG y el BNG, eran incapaces de recoger.

AGE hizo un discurso verbalmente muy rupturista, mientras aprovechaba el fuerte carisma personal de su líder, Beiras, y sus influencias mediáticas. El eco de esta estrategia se percibe en la apuesta de Podemos en esta campaña, basada, además de en su potencia en las redes sociales, en explotar al máximo los réditos de la presencia mediática del tertuliano televisivo Iglesias y en la personalización extrema de su mensaje, como su admirado Beiras.

Como ocurrió AGE en las autonómicas, Podemos conecta con la herencia del 15-M, con el enorme malestar que la crisis ha generado a las generaciones más jóvenes, que sienten que les han robado su futuro y les han condenado a un viaje al pasado de la casposa película de Alfredo Landa emigrando a Alemania.

No hay que exagerar con Podemos, que en Galicia obtuvo poco más que el débil BNG. Pero el antiguo asesor de Yolanda Díaz ha frenado a AGE después de que tanto Esquerda Unida como el partido de Beiras mostrasen sus vergüenzas internas, propias de los partidos clásicos.

AGE tuvo un resultado bastante inferior al de las autonómicas. Le volvió a ganar al BNG pero se quedó muy lejos de alcanzar el sueño de superar a un PSOE que, sin embargo, obtuvo el peor resultado de todos los tiempos en unas europeas en Galicia. La candidatura de Blanco era desastrosa y se sumó al dislate de mantener a Rubalcaba y presentar a Valenciano. Besteiro empieza fatal y debería darse cuenta de que no llega con tener buena imagen. El BNG obtuvo más votos de lo que esperaban sus líderes y lo que parecía indicar su alianza suicida con Bildu. Se percibe que ha perdido una ocasión para intentar salir del pozo en el que ha caído a la quinta plaza.

Pero la castaña histórica de ayer se la llevó el PP. Feijóo se escondió detrás del clan Rajoy, del cuñado del presidente del Gobierno, Paco Millán, un candidato muy difícil de empeorar. La parálisis de la Xunta ya no la tapa ni la desastrosa oposición. Los conejos de la chistera de Feijóo ya no los compran esos más de 200.000 votantes que le dieron la espalda al PP, al sentirse agredidos por la austeridad.

Los populares volvieron a ganar en Galicia, pero ni en el tiempo del Prestige tenían una posición tan vulnerable. La diferencia está en que entonces sí había enfrente una alternativa, la de la alianza de PSOE y BNG. Con el resultado de ayer a los de Feijóo les podría salvar la gran coalición de PP y PSOE en España, que haría difícilmente viable una entente progresista en Galicia.

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