la fama de los postres navideños que elaboran las monjas dominicas de Valdeflores llega muy lejos y a estas alturas el género está agotado. «La gente viene a buscarlo aquí con preferencia porque sabe que es de calidad y de toda confianza; son productos de primera clase y todo hecho a mano», comenta la priora del monasterio, Sor Catalina, antes de enumerar una larga lista de creaciones que salen de las manos de las diez hermanas que conviven en el convento de Xunqueira y entre las que tienen más tirón los turrones y las anguilas.
La tradición de los postres de Valdeflores es muy antigua, de hecho la priora dice no recordar sus orígenes pues cuando ingresó en el convento ya se elaboraban algunos dulces, como tartas o almendrados, pero «de una forma muy artesanal». Más tarde hicieron un obrador «con toda la maquinaria necesaria» y se dieron de alta para poder vender como si fueran una empresa, «con todas las obligaciones fiscales que hay para no tener problemas de ninguna clase», explica.
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