Recreación. Cientos de personas, cincuenta clanes y decenas de visitantes disfrutaron de un día repleto de actividades que, varios siglos después, trasladaron a niños y mayores de nuevo a la época castreña y a las tradiciones de un pueblo origen de la cultura celta.
La nube os cura y tupida que desde hace unas semanas parece haberse anclado sobre las cabezas de los mariñanos no impidió que Burela se convirtiese, al menos por un día, en el epicentro de la época castreña.
Alrededor de 700 personas se agruparon en más de cincuenta clanes y revivieron en compañía de amigos y familiares el que quizás sea su pasado más remoto. El de la cultura castreña, en la época precelta. En ese tiempo los torques de oro adornaban los cuerpos de las más adineradas del castro, donde vistas tan excepcionales como la que ofrece la parte más extrema del Chao do Castro median fuerzas en un mano a mano por no desaparecer.
Al final se extinguió, pero Burela no olvida y por segundo año consecutivo y con un éxito reconocido por todos rindió culto a su historia con cientos de bureleses reconvertidos en castreños.
