De los paraguas a la banca

EL 17 DE MARZO DE 1852, Benito de Soto Liñares, natural de Quinteliña (Chantada), esbozó su primera sonrisa. Seguramente, quienes disfrutaron por primera vez de la mirada de aquel niño que comenzó ganándose la vida vendiendo paraguas por las casas no se imaginaban que estaban ante el primero de una saga de banqueros que ha quedado grabada en la memoria del pueblo chantadino. Seguramente, aquel muchacho tampoco nunca soñó que en una casa de su localidad natal conocería a la que acabaría siendo la madre de sus hijos, una mujer de carácter y tan emprendedora como él, Amadora Lemos.

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