Exalumnos del colegio del monasterio de Samos, que cerró sus puertas hace unas cuatro décadas, celebran cada tres años un encuentro para reunirse con sus antiguos profesores y compañeros. Aunque este año quisieron ir más allá y hacer algo más por la abadía en la que vivieron varios años, por lo que organizaron unas jornadas de trabajo para colaborar en su mantenimiento.
En los dos últimos días antiguos alumnos trabajaron en el cenobio «para expresar a los monjes que nuestro compromiso y afecto con ellos, con el monasterio y con Samos va mucho más allá de los encuentros que organizamos cada tres años». «Muchos de los monjes son mayores y así colaboramos con ellos. Mantenemos la ilusión de que el monasterio, que es importante en nuestras vida, perviva y la comunidad se siente muy feliz de que antiguos alumnos vengan a colaborar», señaló Ricardo Martínez.
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