A Cubilledo sólo pasa el frío

Los vecinos de Castro de Cubilledo (Baleira) Manuel López Graña y Julio Dorado Mera, ante el desplome que se llevó su carretera.
photo_camera Los vecinos de Castro de Cubilledo (Baleira) Manuel López Graña y Julio Dorado Mera, ante el desplome que se llevó su carretera.

Las lluvias torrenciales se tragaron el único acceso con el mundo del pueblo de Castro de Cubilledo, en Baleira, donde sus once vecinos están aislados desde el día de Reyes.

A Castro de Cubilledo pasan el silencio, la soledad y el frío, pero no los transportes, las ambulancias, el camión de la leche o los tractores. Tampoco sale nadie, salvo a pie, pues un gran socavón se comió su autopista hacia la civilización.

Manuel López Graña, de 55 años, y Julio Dorado Mera, de 76, dos de los once vecinos del lugar, muestran su preocupación. De sus casas al socavón que los aisló hay unos 500 metros y para comunicarse con su entorno alguien los tiene que recoger en coche al otro lado de la vía derrumbada.

López Graña tiene una explotación bovina con 30 cabezas y en su casa ya no quedan bidones para conservar la leche. Su producción diaria es de 400 litros y sus dos tanques de frío están repletos. «Teño 1.600 litros de leite na casa que se van perder, terei que tirar con eles». Está contrariado, su mundo se resquebraja como la vía que se desplomó.

Aparecen los miedos: «Se morre unha vaca ou un xato, non teño forma de sacalos. As vacas están sen penso dende o xoves, doulles silo e herba seca». Su familia también lo pasa mal. En casa vive con su mujer, un hijo de 16 años y dos ‘patrones’ de 80 y 88 años. «O peor é se alguén enferma, porque haberá que sacalo sobre unha escada ou nun colchón ata a ambulancia», comenta.

En Castro de Cubilledo el temporal de lluvia arruinó la libertad de once vecinos acostumbrados a respirar aire limpio. Julio Dorado Mera vive solo en su casa, donde recibe a menudo la visita de sus hijas. El jueves tiene cita en el especialista en Lugo, por la que esperó meses, y teme perderla.

«Estamos fastidiados. Antes saía co tractor e facía os meus viaxiños. Agora non podo», sentencia.

Su hacienda se reduce a tierras, una yegua y los cerdos, que acaba de matar. La matanza, al menos, le garantiza suministro para una larga temporada.

«Estou aburrido. Antes ía por algo de leña e traía algún toxo para estrar a caballería, pero a choiva deixounos sen saída», lamenta. En Castro de Cubilledo no tienen quién les escriba, ni tampoco panadero.

Sin embargo, mañana puede salir el arco iris de la esperanza en plena tormenta de desamparo. Dos vecinos, José Antonio Pestana y Emilio Torneiro, cedieron terreno con árboles para que el Ayuntamiento pueda abrir un acceso provisional paralelo a la carretera erosionada por el temporal. Las obras comenzarán mañana, según indicó el alcalde, el popular Francisco Acal, preocupado por la situación y que agradeció su solidaridad a los propietarios que ceden terreno.

El temporal remite, pero en Baleira la naturaleza dio muestras de su fuerza. El río Eo devastó el área recreativa de A Cortevella, que cubrió por completo. La corriente desenterró árboles enormes de su cauce, que vomitó a su antojo. La pasarela próxima al molino perdió su pasamanos y se salvó de milagro. Las laderas de la sierra de A Marronda, con sus hayedos centenarios, son ‘fervenzas’ inagotables. La crecida del Eo también se llevó por delante el puente de Cubilledo, en la carretera a A Lastra, y el de Fonteo. Hay innumerables pistas cortadas y alguna cerrada.

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