Crisis nuevas, juegos viejos


VIERNES
Al igual que en marzo de 2004, el terrorismo adelanta el final de la campaña electoral y, tal vez, como sucedió hace cuatro años, vuelva a determinar los resultados del próximo domingo.

Nuevamente, ETA actúa con ventaja: cogió desunidos a los demócratas.

SÁBADO
La ley electoral, absurda en esto como en tantas otras cosas (la prohibición de publicar encuestas desde cinco días antes de las elecciones no es la mayor de sus estupideces), me obliga a reflexionar. A los legisladores les debió de quedar la cabeza hueca: creyeron que así conseguirían inmovilizar a los muñidores de los partidos. El resultado del disparate es exactamente contrario al fin pretendido: hoy es día de visitas, promesas, recluta de afines, preparación de coches para traslado de perezosos y últimos empujones a los indecisos.

Mi reflexión es otra. No tiene nada que ver con la jornada de mañana. Viajo a ver un enfermo, que se repone en A Coruña de un susto gordo. La vida de las personas vale poco: pende de un hilo y está sometida a ese albur que unos llaman Destino y otros Providencia.

DOMINGO
Día de votaciones y noche de pantallas de televisión y emisoras de radio. A mí me divierten más los resultados particulares que los generales: el ministro Bermejo salió zurrado en Murcia; al ministro Soria le sucedió otro tanto en Alicante. Y a nuestro Pepe Blanco sus paisanos de Palas de Rei volvieron a darle calabazas.

LUNES
Dos exposiciones bien distintas coinciden estos días, ambas organizadas por el Área de Cultura de la Diputación de Lugo. La una, instalada en la zona del Museo Provincial que hasta hace poco acogía la colección Zumel, reúne obras de un centenar de artistas plásticos lucenses. Todos ellos vivos o coleantes. ¡Un centenar! O sea, que la Atenas de Pericles era un yermo cultural al lado de este Lugo nuestro, donde, al parecer, levantas una piedra y salen media docena de pintores y escultores dignos de exhibición museística.

La otra muestra sí que vale la pena. Está instalada en la sala de exposiciones de la Diputación y se titula Os xoguetes esquecidos. Son piezas recuperadas, restauradas y, en algunos casos, construidas de nuevo por Xosé Manuel García, de As Campas, en Castropol (en la Galicia del otro lado del Eo, podríamos decir), y Xosé López González. En estos tiempos de consolas y videojuegos se hace difícil, salvo para quienes ya tenemos nuestros años, creer que varias generaciones de niños gallegos se divirtieron con estos juguetes rudimentarios, hechos por ellos mismos, logrados a base de creatividad (esa palabra que ahora se derrocha por quienes ni siquiera alcanzan a conocer su verdadero significado) y paciencia, transmitidos en muchas ocasiones por tradición de sus mayores. Es que a los niños de entonces, si querían jugar, no les quedaba más remedio que echar mano de su propia imaginación, porque dinero no había. 

El pinchín (en otros sitios decían el clavo), el peón (los mejores, de buxo e pica de ferreiro), las chapas, las bolas, las pistolas hechas con pinzas de la ropa, los canutos (según calibre, para arroz, para papel mascado o para garbazos)… Yo le comento a mis amables anfitriones que, en el apartado de las bolas, hecho de menos las de piedra y las ‘cubanas’. Pero están, cómo no, las más populares de todas, las de barro. Muchas se cocían en Mondoñedo, en el horno del señor Chao, allá por Os Muíños de Abaixo, junto a las jarras, las ollas y los panzudos petos. Nuestro viejo amigo Manolo Montero, que a veces se transfigura en el Merlín cunqueiriano, tiene una muy buena colección, la mejor de las que conozco, de piezas salidas de los antiguos alfares mindonienses. Merecerían, por cierto, la atención de alguna institución que las clasificase, las custodiase y las exhibiese. Pero para eso, claro, hay que llegar a un  acuerdo con Manolo. Y Manolo es muy suyo.

(Entre paréntesis: creo que no quedó anotada en este dietario la noticia de la muerte de Patrulla, el gran alfarero mindoniense, maestro de otros que continúan su oficio. Fue hace dos meses, en el Hospital de Burela. En este periódico, Trapero elogió muchas veces la maestría de Alejandro, cuya labor bien merecería ahora el homenaje de una exposición). 

JUEVES
Quien sabe de lo que habla me dice que la crisis económica se deja sentir, estas vísperas de Semana Santa, en que ha disminuido la venta de billetes y reservas de hotel para los inmediatos días vacacionales.

Los viajes, como el deporte, son signos de estos tiempos. Pero sigue habiendo también quien se resiste a ellos y cultiva un sedentarismo propio de Felipe II. (El ejemplo, que ya es tópico, no hace justicia histórica al rey prudente, como nos enseñó García Mercadal).

Nuestro querido y sabio amigo Pepe Gayoso hacía cuestión de dignidad personal el poner pie fuera del recinto amurallado de la ciudad de Lugo. Todo lo que era traspasarlo lo equiparaba poco menos que trasladarse a Arabia, por ejemplo. A principios del pasado siglo tal opinión no era demasiado extravagante. Entre las objeciones que algunos pusieron al primer nombramiento de López Pérez como alcalde de Lugo era que vivía en San Roque: se daba por supuesto que le quedarían lejos los problemas del recinto intramuros.

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