Contador, de la fisura a su tercera Vuelta

La Vuelta 2014 no entraba en sus planes, pero las circunstancias llevaron a Alberto Contador (Tinkoff-Saxo) a tomar la salida en Jerez de la Frontera para llegar al Final del Camino en Santiago de Compostela con el maillot rojo sobre sus espaldas.

En la plaza del Obradoiro compostelana sumó a su palmarés oficial su sexta gran vuelta, con dos Tours de Francia, un Giro de Italia y tres Vueltas a España, ya que entre 2010 y 2011 fue desposeído de otro Tour y otro Giro por su positivo por clembuterol en 2010.

Estos seis triunfos le convierten en el mejor corredor en activo en las tres grandes, con un número de victorias que dada su edad -el próximo 6 de diciembre cumplirá 32 años- todavía se puede incrementar en el futuro, sobre todo después de que en 2013 "parecía que habían pasado mis mejores años" y le motivaron para "trabajar más duro".

Como en su victoria en 2008 en el Giro al que llegó "sin preparación" porque había estado de vacaciones en la playa y su participación allí no estaba prevista, la Vuelta ha sido la segunda parte de aquella historia.

La temporada 2014 ha sido especialmente dura y desagradecida con los grandes nombres. En Giro, Tour y Vuelta han sufrido el síndrome de las caídas fuertes y dolorosas y al menos uno de sus máximos favoritos ha dado con sus huesos en el suelo y se vio obligado a abandonar.

Contador junto al británico Chris Froome (Sky) fueron los afectados en el Tour y la Vuelta, sin desearlo, terminó agradeciéndolo porque los dos fueron los grandes protagonistas. Los jefes.

El pulso mantenido por estos dos ciclistas por las carreteras españolas, que fueron de menos a más, resultó espectacular sobre todo en las dos jornadas reinas en La Farrapona y Puerto de Ancares, aunque en ambas la balanza se ha decantado del lado del ciclista español.

Eso hace prometer emociones fuertes para el 2015 junto a algunos otros nombres que ya han demostrado su enorme calidad en las carreras de tres semanas como el colombiano Nairo Quintana (Movistar) o el italiano Vincenzo Nibali (Astana), entre los más sobresalientes.

El victimista discurso con el que empezó la carrera en Jerez de la Frontera, "estar aquí ya es una gran noticia, llego sin la preparación idónea", no respondía a su actuación en carrera, siempre en cabeza atento a cualquier circunstancia, hicieron que sus rivales no se fiasen de sus palabras desde el primer instante. Albacete y sus siempre temidos abanicos fue el ejemplo más claro y contundente de su actuación.

Mucho antes, el 23 de julio, había anunciado su "adiós a la Vuelta", porque la cicatrización de las heridas que se había producido diez días antes en el Tour cuando se cayó a más de 70 kilómetros por hora, se había complicado. Su propio director, Bjarne Riis, fue el primero en contradecir su versión poco después y dejando entrever que no estaba descartado para formar parte del nueve del Tinkoff-Saxo.

Lo anunció nueve días antes de empezar a rodar el pelotón por el sur de España, recordando que solo llevaba diez días montando en bici y todavía tenía molestias en la rodilla. Cuando se puso el dorsal 201 insistió en que "hace tres semanas no" se "lo hubiese creído".

Conforme las etapas se fueron consumiendo el discurso se fue acomodando a su situación en la clasificación, aunque siempre que podía recordaba sus problemas en la rodilla o que "incluso he llegado a entrenar con una pierna".

Sus palabras despertaban el recelo e incluso por momentos el malestar entre sus adversarios. Alguno de ellos como el catalán Purito Rodríguez (Katusha), cuarto en la general, lo exteriorizó afirmando que "soy el primero de los que venían a disputar la carrera". Una cosa era intentar enseñarle los dientes sobre el asfalto para ponerlo en aprietos y otra poder hacerlo. La enorme calidad del pinteño, tanto de fuerzas como táctica, le permitió impedirlo siempre.

Antes de vestirse de rojo en la ciudad zaragozana de Borja, tras la única contrarreloj larga del itinerario, por la caída que prácticamente eliminó a otro favorito como Nairo Quintana, se marchó al día siguiente, su disimulo fue menor: "Ahora se puede decir que voy a intentar ganar la Vuelta", fue en Zaragoza en la primera jornada de descanso. 24 horas después se puso de líder y lució su primer jersey rojo. Hasta acumular una docena con el definitivo en Santiago.

La segunda jornada de descanso volvió a ser el protagonista tanto por ser el líder cada vez más firme como por la polémica que provocó al anunciar su renuncia al Mundial de Ponferrada "para dejar sitio a otro que lo pueda hacer mejor".

El 2014, un año en el que "nunca había trabajado como éste", ha sido el de su regreso a una gran versión de Alberto Contador. Ha ganado dos carreras de una semana, la Tirreno-Adriático y la Vuelta al País Vasco, además de haber sido segundo en el resto de pruebas salvo en el Tour que le dejó clavada "la espinita de ver hasta dónde podía llegar".

Ahora toca descansar, el 2015 está a la vuelta de la esquina y "todos empezamos de cero". La motivación no variará. "Me motiva pelear contra los mejores" y eso será lo que intentará.

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