Con toda la carga

EL GOLPE de mano de Artur Mas para la política española con su fijación de día y preguntas para un referendo sobre la independencia de Cataluña; la huelga de la sanidad pública en Galicia contra una supuesta privatización que la Xunta, incluyendo al presidente, niega hasta como hipótesis; la arremetida contra los medios de comunicación del ministro Montoro, para no explicar qué sucede en la Agencia Tributaria; la salida a los presupuestos del Concello de Lugo, a los que niega apoyo el BNG y para los que lanzó señales de humo político el portavoz del PP, pueden ser puntos a anotar en la agenda de la semana. Otras realidades que interesan, son el futuro de Pescanova que el consejo de administración, reunido en Madrid, coloca en manos de la catalana Damm, a la que algunos vieron como parte interesada en el río revuelto de la crisis de la multinacional gallega. Del futuro también está pendiente la decisión que se adopte en Madrid sobre NCG Banco, lo que queda de las dos grandes cajas gallegas. Hay carga abundante en la actualidad política y en la económica. Al pisotón sobre las líneas rojas que da el nacionalismo catalán, hay quienes siguen respondiendo con que no pasará nada. Es tiempo para la política, decía el editorial de La Vanguardia, ya supuestamente resituada en la tradicional posición de moderación y pactismo, al día siguiente del golpe de Mas. ¿Qué campo queda para la política en la cuestión catalana? Y, si deciden unilateralmente celebrar la consulta, ¿cómo se va a impedir? Hubo tiempo largo para la política pero la arrinconaron los nacionalismos de uno y otro lado: los que alimentaron la catalanofobia como granero de votos en la derecha centralista y el nacionalismo catalán que la capitalizó como oportunidad para el victimismo. Después de 35 años de Constitución está por construir un sentido de pertenencia y proyecto común -la bandera y las banderas válidas para todos- que no se base en viejos fantasmas de nacionalismo uniformista y/o excluyente.

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