Cien años de matrimonio

Lidia y Jaime (izquierda) y Divina y Luis (derecha) posan junto a pasteles con sus fotos de boda. (Foto: Vila)
photo_camera Lidia y Jaime (izquierda) y Divina y Luis (derecha) posan junto a pasteles con sus fotos de boda. (Foto: Vila)

El 5 de marzo de 1962 las hermanas Divina y Lidia López Castaño contrajeron matrimonio en Friolfe (O Páramo) con Luis Liz López y Jaime Rivera López, respectivamente. El pasado lunes, justo 50 años después, las dos parejas volvieron juntas a la misma iglesia acompañadas de medio centenar de familiares para celebrar sus bodas de oro. En total, suman cien años de matrimonio, que conmemoraron con un emotivo acto en el que sonó, cual anillo al dedo, el bolero ‘Toda una vida’.

Divina y Lidia eran muy jóvenes cuando conocieron a los que más tarde serían sus maridos. La hermana mayor y Luis Liz de Vilarmosteiro se echaron el ojo en un paseo en la feria de O Páramo mientras que Lidia y Jaime Rivera, de Gondrame, empezaron su relación en uno de los bailes que seguían a la feria de Paradela. Tal coincidencia en los mercados ganaderos no es casual. «Era a discoteca que había», explican.

Fueron seis años de noviazgo en el caso de Divina y Luis y cuatro «salteados» en el de Lidia y Jaime, que derivaron por acuerdo de todas las partes en una boda común. «Os nosos papás tamén querían que nos casaramos xuntos e daquela gardábase moi ben o consello dos pais», dicen las hermanas.

Tras la celebración religiosa en Friolfe, el banquete nupcial tuvo lugar en el restaurante Sierra de Sarria -en la zona de Catro Camiños-, donde las dos parejas también pasaron su noche de bodas.

Al día siguiente emprendieron viaje, los cuatro juntos, para disfrutar de una luna de miel de la que guardan muy buenos recuerdos. «Collemos o tren, primeiro ata A Coruña e despois para Vigo», señalan. Para las hermanas era la primera vez que viajaban en ferrocarril y que contemplaban el mar. Sus esposos, ya experimentados por haber ejercido en la Marina en Ferrol (en el caso de Luis) y estar destinado en Tetuán (en el de Jaime), actuaron como anfitriones y las llevaron a ver por dentro un barco, una experiencia que todavía hoy, medio siglo después, las dos parejas narran con detalle.

Tras la boda, los matrimonios iniciaron una nueva vida dedicada en ambos casos «á labranza». Divina y Luis se instalaron en la casa de ella en Friolfe, tuvieron un hijo y dos nietos. Por su parte, Lidia se fue a residir con Jaime a Gondrame, donde criaron a cuatros retoños que les dieron un nieto.

La familia al completo les preparó el pasado lunes una entrañable ceremonia en la iglesia de Friolfe con la colaboración del párroco, José Manuel Castro. Al igual que hace 50 años, se trasladaron después a Sarria para disfrutar de un banquete y un animado baile.

Recibieron, entre otros regalos, un árbol genealógico, un álbum con retratos de toda la familia -desde los antepasados hasta las últimas generaciones- y una tarta muy especial, confeccionada por la hermana pequeña de las ‘novias’, Digna, quien posee una pastelería en Lugo y reprodujo en chocolate las fotografías de ambas parejas el día de su enlace.

Los matrimonios, que gozan de buena salud y hacen gala de un gran sentido del humor, compartirán ahora unos días de descanso en un balneario, donde cogerán fuerzas para las bodas de platino.

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