Chávez sigue vivo

Antes de morir, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela pidió a sus más de 8 millones de seguidores que en las próximas elecciones votaran a Nicolás Maduro como su sucesor y todo parece indicar que su último deseo se cumplirá 

Funeral por Chávez
Un grupo de personas recuerdan al líder fallecido (Foto: MAURICIO DUEÑAS/Efe)

«¿Y ahora qué?» Es la pregunta que se hacen todos los venezolanos tras la muerte de Hugo Chávez. Una parte lleva 14 años siguiéndole como a un líder que les tomó en cuenta, que veló por que no les faltara un plato de comida caliente sobre la mesa, que entró en sus casas casi a diario a través de sus largas cadenas televisivas para hablarles con ‘sinceridad’ y que les enseñó a amar a su patria como nadie nunca lo había hecho. La otra le odia y está cansada de injusticias, abusos de poder, violencia, delincuencia, asesinatos, impunidad, corrupción, escasez de alimentos básicos, cortes del suministro de luz y agua, problemas para tratar el agua potable, inflación, censura, pobreza… Todos ellos forman a una Venezuela que el Comandante convirtió en dos y que ahora se junta ante la incertidumbre, el miedo y la tristeza.

Chávez recibió una Venezuela deteriorada institucionalmente, con «una Constitución moribunda», como él mismo dijo cuando tomó posesión del país en 1999, con falta de interés en los problemas de la gente y sumergida en la corrupción y la pobreza. Ante esto, se convirtió en el presidente del venezolano popular, apoyado en principio también por sectores progresistas que coincidían con la necesidad de cambio. Pero, ¿cuál fue el cambio? Según el presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, «un gobierno mediocre, incapaz de resolver los principales problemas, con la infraestructura roída, las carreteras destruidas, la inseguridad desbordada, la corrupción galopante y una democracia incompleta, colonizada por la revolución».

CHAVISMO SIN CHÁVEZ

Chávez no dejó huérfano al país, dejó claramente a un heredero, Nicolás Maduro, nombrado el pasado 8 de marzo como ‘presidente encargado’ y futuro candidato para las elecciones presidenciales.

El exvicepresidente está encomendado a ocupar la presidencia, a alimentar el chavismo, a fortalecer el llamado Socialismo del siglo XXI y a mantener las políticas implantadas por el Gobierno de Chávez. Y todo ello lo logrará tras aprovechar la secuela emocional de la pérdida física de Chávez.

Éste es el mejor impulso para que el chavismo se mantenga a corto plazo, electoralmente hablando. Su gran reto será subsistir a mediano y a largo plazo. Como apunta Daniel Pabón, periodista venezolano, dependerá de cómo gobierne y de quién le rodee. «Los liderazgos carismáticos que describió Max Weber, y que calcan perfectamente con las características del fallecido Hugo Chávez, no son heredables ni transferibles automáticamente».

En sí, Nicolás Maduro no despierta esa atracción ni conexión en el pueblo venezolano como lo hacía Chávez. Los venezolanos se exaltan, gritan, lloran y le siguen solo cuando invoca al Comandante. Así, el actual ‘presidente encargado’ trabajará -y de hecho, lo está haciendo- en la mitificación de la figura y obra del presidente Chávez, para dar la sensación de que no murió sino de que vive en cada rincón del país. Intentará sobreponer la imagen de Chávez ante cualquier acción del gobierno con el fin de aprovechar al máximo su influencia como líder.

Lo bueno, para él, como señala Pabón, es que desde que el Presidente se fue a Cuba el 9 de diciembre y hasta que falleció el 5 de marzo, Maduro tuvo una especie de «práctica profesional» envidiable e inédita: todos los medios del Estado puestos a su servicio para que ensayara cómo conectar con un pueblo.

La mayor parte de Venezuela confiaba ciegamente en Chávez, fue un hombre que les supo llegar al corazón y les llenó de esperanza. Ahora que no está físicamente, todo aquello que sembró se mantiene allí y seguirá latente. Sin embargo, tal y como apunta Pabón, «la gente está dando por finalizada una era y le pedirá resultados más rápidos a Nicolás Maduro, cuyo verbo no es capaz de encantar y aletargar como el de su predecesor».

Habrá una elección en 30 días como dicta la Constitución y como apunta Luis Vicente León en su twitter, «eso conviene a la revolución» y se respetará. El chavismo tirará del ‘voto emocional’ para ser el vencedor y según los sondeos su victoria es inminente. Sin embargo, los problemas económicos y sociales de Venezuela aumentarán y la responsabilidad recaerá sobre esta nueva etapa del chavismo.

CRISIS ECONÓMICA

La política económica del chavismo no se podría interpretar sin considerar su política social, se complementan la una a la otra. Así, la reducción de los índices de pobreza, el acceso de la población a los servicios sanitarios, la educación, la seguridad alimentaria y el empleo derivan del crecimiento del gasto público, un elevado déficit fiscal que Pdvsa (Petróleos de Venezuela) no logró cubrir y una inflación de dos dígitos difícil de controlar.

Sin orden fiscal y monetario, incompatible con los egoístas intereses político-clientelares, después de la devaluación del Bolívar a 6,30 dólares que dejó Chávez, el economista Orlando Ochoa da por hecho que vendrá otra devaluación que solo espera fecha. A esto también se le suman los préstamos multimillonarios que China hizo a Venezuela, sobre los cuales no hay una total claridad ante la opinión pública y que al parecer se usaron para financiar las campañas electorales y los gastos del Estado.

Maduro recibe, así, una bomba de tiempo y, con una economía endeudada, le pudiera resultar difícil mantener las becas otorgadas a los más pobres a través de las misiones sociales, el gran invento del Socialismo del siglo XXI, como reconoció el propio Hugo Chávez.

Por otra parte, mientras gobierne el chavismo nada cambiará en las relaciones bilaterales de Venezuela con los países Latinoamericanos, sobre todo con Cuba. «Se cambia la figura del gobierno pero no la política de Estado. Además, se dice con mucha fuerza que Maduro es el mejor aliado de La Habana y que su bendición como sucesor pasó por la aprobación de los hermanos Castro», señala Eduardo Battistini, concejal de El Hatillo y precandidato a la alcaldía del municipio.

CAPRILES VS MADURO

Ya el programa de gobierno de Maduro está listo. Es el mismo Plan de la Nación 2013-2019 que escribió Chávez. Así lo dejó saber en su funeral de Estado. La apuesta de la campaña de Maduro se intuye que será engordar la esperanza en las misiones. Chávez las inventó en 2003 tras conocer que perdería un referéndum para esa fecha. Creó Barrio Adentro (atención primaria en salud a los barrios) y ganó el revocatorio de 2004.

La brecha de votos entre Henrique Capriles y Hugo Chávez fue de más de un millón y medio. ¿Qué ha pasado en Venezuela desde octubre hasta ahora como para voltear la tendencia electoral? ¿Es suficiente la muerte del caudillo? No lo es. La oposición se ha dormido y ha seguido el juego del Gobierno, sin imponer una agenda propia. Unida en propósito pero débil electoralmente hablando, será un proceso electoral muy cuesta arriba para la oposición ya que se competirá no contra Maduro sino contra el mito de Chávez.

Capriles llega a estas presidenciales con más calle, con más estatura política y democrática, pero Maduro asume el reto con la musculatura del Estado como respaldo, con más de tres millones de empleados públicos como estatuas de las concentraciones de calle y con el plus más importante y decisivo: ser el ungido del ahora llamado ‘líder soberano’.

Hugo Chávez se despidió del pueblo venezolano el 8 de diciembre de 2012. Le dijo a sus más de 8 millones de seguidores qué hacer. «Mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que, en ese escenario que obligaría a convocar como manda la Constitución a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela, yo se lo pido desde mi corazón», así garantizaría la supervivencia de su proyecto socialista aunque no estuviera presente físicamente.

«Sin ánimos de ser anacrónicos con la comparación, Lenin, el primer gobernante de la ex Unión Soviética, murió sin nombrar a un sucesor claro y la lucha intestina entre Trotsky y Stalin llevó a este último al poder por la fuerza y dio pie a uno de los regímenes más brutales del siglo XX. Chávez nos garantizó algo de paz y de estabilidad política en sus últimas palabras», matiza el periodista Daniel Pabón. Y esto es de agradecer.

Todo indica que a Venezuela le espera un futuro socialista mientras haya dinero y se mantengan los precios del petróleo.

La gente que hace colas de hasta 8 kilómetros, durante casi 13 horas, para ver el féretro de Chávez y le agradece entre lágrimas una beca, una casa, una pensión, una ayuda social, no habla de los valores estructurales, ni de las líneas guías del socialismo. Son una legión clientelar, dependiente de una renta que se socializó, sí, pero con consecuencias todavía impredecibles.

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