Una apuesta lúdica diferente y un cartel de grupos de música no comercial fue el cóctel perfecto para que el festival Castañazo Rock de Chantada fuese capaz de reunir ayer en la villa del Asma a más de dos mil personas, la inmensa mayoría jóvenes deseosos de conocer el espíritu de la cultura bravú, un movimiento que surgió en Galicia hace un par de décadas para reivindicar una vuelta a los orígenes, a la tipicidad gallega.
Por ello, no extrañó que diez grupos formados por diez personas cada uno se apuntasen al concurso de cantos de tabernas y que numerosos curiosos los siguiesen a lo largo de su periplo por los diez bares que se prestaron a acoger lo que ya se ha convertido en toda una tradición con motivo del Castañazo Rock.
Si este evento contó con una gran participación, los llamados juegos bravús fueron todavía más concurridos.
