Cervantes tiene uno de los porcentajes más elevados de nonagenarios de todo el Estado, ancianos que gozan de una elevada calidad de vida por la ayuda de sus familias, que cubren las deficiencias de servicios sociales y sanitarios.
El envejecimiento y la despoblación son muy preocupantes en la provincia de Lugo, donde no son extraños los municipios en los que el porcentaje de población mayor de 65 años supera con creces al resto de franjas de edad. La situación es especialmente grave en Os Ancares, una zona deprimida económica y poblacionalmente, pero en la que, como contrapartida, la esperanza de vida es muy elevada. Como ejemplo, Cervantes, donde están empadronadas sesenta personas que ya han superado los 90 años, frente a una población total que no llega a los 1.600 vecinos.
El modelo tradicional de familia todavía se mantiene en la comarca y, por ello, la mayoría de personas mayores conviven con algún descendiente que le cuida. Su calidad de vida está directamente relacionada con el entorno familiar, porque si las deficiencias en servicios sociales y sanitarios son comunes en toda la provincia, la situación se agudiza en la montaña.
«Todas as mañás vou dende Rábade ata Begonte camiñando»
Javier Pena pertenece a una familia en la que de once hermanos, solo uno no llegó a los 100 años«Ergome, antes o facía ás cinco da maña, e vou camiñando ata Begonte, tomo alí dous cafés e volvo dando a volta», asegura lleno de vitalidad Javier Pena. Este vecino de Rábade continúa lleno de energía a sus 97 años. «O médico díxome que se andaba non morría, así que eu non tomo menciñas, simplemente camiño», explica.
