GALICIA, año 2013. Toda España está ocupada por una serie de restaurantes de comida rápida que nutren de carne prefabricada a los consumidores... ¿Toda? ¡No! Un pueblo habitado por irreductibles gallegos resiste todavía y siempre -a base de pulpo- al invasor.
El mercado de Castro de Ribeiras de Lea se llena todos los miércoles de estos infatigables guerreros gastronómicos, llegados desde diferentes puntos del globo para apoyar la noble causa de la ingestión masiva del preciado cefalópodo octobraquiado.
La legión culinaria cuenta con la aportación de tropas agregadas procedentes del extranjero, cierto, pero gran parte de su poder social recae en los combatientes nativos, aquellos presentes en las grandes batallas -como las de los miércoles de agosto, cuando se reúnen en torno a 600 personas-, pero que aguantan de manera espartana los lluviosos inviernos galaicos, haciendo que el ejército se mantenga vivo a lo largo de los años.
