Cascos y los bomberos

EL EXMINISTRO Álvarez Cascos prestó testimonio en el juicio del Prestige. A preguntas de un abogado pretendió aparecer como víctima. El entonces ministro de Fomento, que se sentó como testigo, aseguró, en lo que es puro delirio, que no se imaginaba al jefe de los bomberos de Nueva York sentado en un tribunal por no haber evitado el derrumbamiento de las Torres Gemelas. Cascos sabe como cualquier ciudadano del mundo que los bomberos no son la CIA. Sabe que en lo que sí era su responsabilidad en la tragedia del 11-S, el comportamiento de los bomberos fue heroico. No se puede decir lo mismo, de ahí el delirio, de la respuesta que hubo ante la marea negra en Galicia. Fueron los voluntarios los que tuvieron que llamar la atención por el abandono de responsabilidad ante el chapapote. Fue el Rey el que puso los pies en la playa ante la ausencia del Gobierno. Era el vacío que se quiso tapar con un Consejo de Ministros que dejó promesas que esperan y alguna obra faraónica, cuya rentabilidad está por justificar.

AGONÍA

No debería suponer una sorpresa para nadie el proceso que siguen las Cámaras de Comercio. El problema está en Lugo. Al margen de filosofías sobre la razón de ser o no de las Cámaras, hay una dimensión humana en cuanto afecta al personal que presta servicio en las mismas. A la liberalización, lógica, en la obligatoriedad de cotizar para empresas y autónomos -digamos que la colegiación obligatoria- se suma el fuerte impacto de la crisis con cierre de empresas y bajas de autónomos y la reducción de gastos en todas. Si fue un interrogante siempre la razón de ser del número de entidades existentes, por ejemplo en la provincia de Pontevedra o en el total de Galicia, hoy los hechos se imponen: hay que refundarse.

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