''Cae un niño por accidente en el estanque y coge por lo menos un tifus''

El malestar por tener que soportar durante varias semanas ruido, suciedad y problemas de tráfico es palpable entre la mayoría de los vecinos del entorno del Parque, pero para muchos la gota que colma el vaso es el maltrato a que es sometido el jardín durante las fiestas. «Yo no entiendo nada, pagamos para arreglar el Parque y ahora lo desarreglamos», afirma María Nela Fernández, en alusión a las obras de restauración llevadas a cabo en el último año.

María Nela vive justo al lado y reconoce que, a primera hora de la mañana, el Parque aparece limpio, «pero no lo suficiente», dice. «Se ven hasta agujas y jeringuillas», asegura, aunque sin duda lo más visible son trozos de plástico de vasos de plástico, papeles y colillas, entre otros restos.

María Nela es de las que piensan que, visto cómo han ido cambiando las fiestas, lo lógico sería trasladarlas a otro lugar donde ocasionaran menos molestias, una opinión que comparte Carmen Abelleira, otra vecina.

«Antes disfrutábamos mucho más del Parque. De pequeños estudiábamos en él botánica, geografía en el mapa de España... Es una joya que hoy no sabemos apreciar. Cae un niño de accidente en el estanque y coge por lo menos un tifus», afirma como ejemplo del estado del Rosalía de Castro, en el que este año sí se controló más la acampada y la instalación de puestos de comida de los vendedores africanos. De hecho, algunos optaron por compartir viviendas de alquiler en la zona.

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