Borracheras albanesas

"Los albaneses siempre se emborrachaban de rebeldía y de vida, y ya en la antigüedad Catulo decía que el puerto de Durres era la taberna del Adriático"

Acceda a todos os contidos da última edición do suplemento 'Táboa Redonda'


SÍ, PARECERÁ extraño que un país que estuvo cuarenta años sometido a la dictadura absoluta, al aislamiento paranoico, que todavía conserva miles de búnkeres para defenderse del mundo entero en las playas, que ponía micrófonos hasta en las tumbas, que lo prohibía casi todo y establecía el estalinismo al cuadrado, tenga algo de borrachera, y sin embargo paradójicamente los albaneses siempre se emborracharon de rebeldía y de vida, y ya en la antigüedad Catulo decía que el puerto de Durres era la taberna del Adriático, y El ciclo de los paladines en la Edad Media es la borrachera de la libertad de los defensores de la frontera contra los imperios, y Skanderberg se emborrachó de victorias contra los turcos y lo cantaron todos los poetas de Europa, y Lord Byron se emborrachó de libertad y de cantos de las montañas como cuenta en su Childe Harold y como interpreta Hugh Grant en la película Remando al viento, de Gonzalo Suárez, y el albanés por parte materna Ernesto Sábato se emborrachó de visiones surrealistas en el final del Informe sobre ciegos, y John Belushi desbarraba borracho de vida en Granujas a todo ritmo, y tiene algo de borrachera ser los malos de todas las películas, la Borduria de Tintín que amenaza a Sildavia, la parte oscura de las historias de Harry Potter, y encima la borrachera de misterio y lejanía que los aleja de los europeos que siempre los ignoran, que los convierte en los tibetanos de Europa, y puedo atestiguar que hace unos años vi una borrachera de vida en las calles de Albania, las casas de Tirana se habían embriagado de colores para combatir el gris de la época estalinista, el barrio de la nomenklatura comunista se había convertido en la zona de bares y cóceteles y borracheras, los búnkeres los usaban los jóvenes para follar y beber cubalibres, y regresaban todos los mitos y las reminiscencias y los rasgos montañeses indómitos que no habían muerto, y lo que amenazaba entonces su borrachera de personalidad era el turismo que puede nivelarlos y hacerlos iguales a todo el mundo. 


Fatos Kongoli en Piel de perro, publicada en Siruela, cuenta la vida de un tipo llamado Cristo Terapi, que empieza por tener el nombre de un ente prohibido por el estalinismo y un apellido sospechoso y poco marxistaleninista, y sobrevive como puede en mitad de los poderes autoritarios, se dedica a distintos oficios y esconde sus borracheras de vida, siempre sostenido por las mujeres que le permiten pequeñas embriagueces y siempre parecen menos cuadriculadas que los hombres, hasta que se enrolla con una amiga de su hija y puede embriagarse por fin de una vida siempre perseguida y miserable, a pesar de que viva de una jubilación escasa, como una lagartija obstinada metida en medio de los aplastamientos de la Historia, y todo eso lo cuenta con un estilo cínico, contradictorio, humorístico, que rompe frases, que se desengaña de todo menos de la vida, que no se permite complacencias retóricas, que se emborracha de desmentidos y de supervivencias inagotables.

Luan Starova vive en Macedonia pero es de etnia albanesa, y en El tiempo de las cabras expone como las cabras son borrachas a pesar de todo, se emborrachan de monte, las cabras tiran al monte afortunadamente, y preservan ese monte que los burócratas quisieron nivelar y cortar, al pretender hacerlo todo artificial, con esa ingeniería absoluta que pretende fabricarlo todo y controlarlo todo, la novela cuenta como los comunistas trataron de concentrar a todos los habitantes en las ciudades, y los campesinos llegaban a Skopie con sus pertenencias y sus cabras, y les adjudicaban a todos apartamentos iguales, y al rellenar los impresos lo clasificaban todo, e incluso querían apuntar la religión de las cabras porque así venía en los impresos, y un campesino acaba escapando a ese control exagerado y desaparece misteriosamente con sus cabras, y nadie puede encontrarlo nunca, y al final se sabe que se había escondido en los sótanos interminables del castillo que comunicaban con el río Varda, y se convirtió en un mito para todos, en una borrachera de vida prohibida, yo estaba una vez en Skopie en una taberna escuchando a Ella Fitzgerald, al lado del castillo inmenso, y me acordé de esas cabras que vagaban por todos los laberintos subterráneos, y pensé si todavía se oirían a veces sus chillidos, igual que deberían oírse los chillidos de nuestras cabras montunas debajo de tanto vacío tecnológico y sofisticación y control absoluto.

Ismail Kadaré, un tanto oportunista, y a veces demasiado cegado por el nacionalismo, supo capear el temporal durante muchos años, nunca lo molestaron en el estalinismo, incluso en El ocaso de los dioses de la estepa convierte a Enver en una especie de David legendario contra el Goliath soviético, en todo caso defiende su mundo de montañas y lagos y leyendas perdido en un rincón de Europa junto al Adriático, se emborracha de vitalidad albanesa cuando habla de sus antiguos vates y sugiere que pudieron inspirar a Homero, y poco a poco fue soltando su borrachera de literatura, hasta derramarla con fuerza cuando ya se acabó la dictadura, y en El palacio de los sueños nos cuenta cómo los burócratas incluso quieren controlar los sueños y clasificarlos y dominarlos, a pesar de que los sueños son la borrachera de libertad de nuestro inconsciente, y en ‘Crónica de piedra’ se emborracha de recuerdos infantiles en su ciudad de Girokaster, cuando nos habla de amores que se esconden en los canales, de doña Pino la cosedora de vestidos de novia que siempre dice "es la hecatombe" y acaba asesinada como terrorista por los nazis porque lleva unas agujas de calceta, de personajes curiosos que todavía siguen en su ciudad, yo iba por Girokaster buscando su casa natal y pregunté a un anciano y el anciano me dijo sonriente que lo conocía, y en Abril quebrado acepta como borrachera de intensidad la tragedia que provoca acatar los mitos tradicionales sobre el honor, y en El puente de los tres arcos habla de la borrachera que es construir un puente, que los inmovilistas consideran algo diabólico y por eso piden que alguien se sacrifique emparedándose para que pueda construirse , y es que la vitalidad siempre es algo demoníaco y lo demoníaco es una borrachera, una desmesura, un exceso, y los excesos siempre van contra la compostura, y la borrachera es algo diabólico para los calvinistas de todas las culturas.

Comentarios