Becas

LA REACCIÓN política y de sectores sociales de la enseñanza y de otros ámbitos a la propuesta del ministro de Educación señor Wert de establecer en 6,5 la nota para poder optar al beneficio de determinadas becas, es a mi juicio reduccionista y generaliza conceptos que deben ser considerados separadamente.

En primer término, no se puede sostener que el derecho a la cultura pueda entenderse condicionado o limitado por la posibilidad de cursar estudios para obtener una determinada capacidad o habilitación profesional. La cultura vive y medra fuera de los centros académicos, no digo que más, sino también o acaso tanto. Se puede ser muy culto sin ser ingeniero, y se puede tener un título superior, y ser más bien poco culto. En la sociedad de la información, la cultura es algo al alcance de quien aspire a poseerla.

Muchos docentes experimentados que han profesado en la escuela pública han expresado estos días su parecer favorable a esa nota del 6,5. La cuestión no es desde luego pacífica, pero no se puede encarar con el argumento demagógico de que tal exigencia comprometería la igualdad de oportunidades. No es así, y no se puede afirmar que lo sea.

Es probable, también lo he escuchado estos días, que en realidad una nota superior a un aprobado raspado, que además hay que ver su realidad, porque pudiera ser que el rigor razonable pero convenientemente exigente al calificar no sea hoy la norma en los centros, una nota más alta, algo más de exigencia pudiera ser un requisito para todos los alumnos que deseen continuar los estudios.

Es hora de que la formación profesional deje de padecer el estigma de que es la enseñanza para los torpes, porque lo que viene resultando de eso y de la masificación de los estudios superiores, es una tendencia a la mediocridad de nuestros centros universitarios que se van alejando así de los modelos de excelencia.

Y finalmente, acceder a destinar recursos porque se reclama demagógicamente para una enseñanza superior que desborda las posibilidades y genera frustraciones, detrayendo fondos de la investigación, no parece una buena apuesta.

Hay que comprometerse, con arreglo a nuestra capacidad y a nuestros medios con la investigación. Hay que fortalecer el hábito de investigar, hay que potenciarlo. Ahí está el futuro, el futuro para todos, el porvenir de nuestra sociedad y las oportunidades. Que no nos deslumbren palabras que suenan bien, pero que son huecas. Porque el hombre, con su esfuerzo y su tesón, con su lucha, tiende a desigualarse, y porque lo que debe ser premiado, amparado, financiado y apoyado es el esfuerzo, no el derecho a estar.

Comentarios