Batalla entre la esperanza y el poder

PULSO ELECTORAL. La República Bolivariana de Venezuela vive la campaña presidencial más corta y desigual de su historia. Su futuro se debate entre el heredero de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, y Henrique Capriles, candidato de la Mesa de la Unidad Democrática. El apóstol del Comandante lleva una ventaja de diez puntos, según los sondeos.

Henrique Capriles + Nicolás Maduro
Henrique Capriles (izquierda), durante un mitin en Maturín, y Nicolás Maduro, al final de otro en Maracaibo

el cambio de Venezuela comienza el 14 de abril. Tras ser gobernado durante casi tres meses por un presidente que no estaba, el país ahora atraviesa por la campaña presidencial más corta y desigual de su historia. La muerte del presidente comandante Hugo Chávez Frías pautó un antes y un después, y para bien o para mal el cambio se aproxima.

'OTRO' CANDIDATO

El flaco. Así es como llaman a Henrique Capriles Radonski, candidato de la Mesa de la Unidad Democrática. Tras decidir que sería de nuevo el candidato de la oposición, Capriles estremeció en su primer discurso. Alzó la voz ante un pueblo que no tenía ninguna esperanza. Y ya no fue el mismo de las elecciones presidenciales del pasado 7 octubre de 2012. La oposición despertó del letargo en el que se encontraba con el lema: «Sí se puede tener un país mejor».

La pasada campaña de Capriles Radonski fue exitosa en aumento de emoción, en movilización y en capitalización de símbolos, como explica Luis Vicente León, presidente de Datanálisis. Se basó en intentar sacar la figura de Chávez como centro de atención y en ofrecer un cambio. Ahora, la oposición cambia de estrategia y trata de conservar los valores positivos de la figura del fallecido presidente para demostrar a todos los venezolanos que el candidato del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), Nicolás Maduro, no es Chávez y dejar en evidencia el gran contraste.

De esta forma, Maduro queda como incapaz, mentiroso, falto de carisma, educación y hasta peligroso en comparación con el máximo líder. ¿Qué se busca con esto? Enfrentar a Maduro con el Comandante y no con Capriles Radonski.

Otro de los puntos importantes en donde ataca la oposición es en el aspecto económico. La economía se ha quebrado notablemente y la población recibe estos efectos. Esto se hizo evidente cuando la popularidad del Gobierno perdió ocho puntos porcentuales de diciembre a febrero, como apunta Datanálisis. La devaluación, la escasez de productos básicos como arroz, azúcar, mantequilla, aceite o pasta dental, entre otros; la carencia de productos como repuestos y materiales de construcción, y las restricciones a las que ha sido sometida la población, afectan desde ya la evaluación de este posible gobierno.

Así, el impacto político negativo de una crisis económica postelectoral recaerá directamente sobre Maduro y no sobre Capriles, porque esta tendría un culpable anterior.

LA CAMPAÑA

El candidato de la unidad habla de un gobierno progresista, inclusivo, para todos, pero que no elimine por completo algunos logros del chavismo, como por ejemplo no solo dejar las misiones sociales, sino darles un rango constitucional.

Un modelo inspirado en Brasil, según la opinión de Daniel Pabón, periodista venezolano. «Capriles lo ha insinuado varias veces. Él de momento plantea una hibridez: lo que el chavismo hizo bien, lo dejamos. Lo que hizo mal, lo cambiamos», dice. Asimismo, el candidato opositor ha dejado muy claro que Venezuela no será tutelada por Estados Unidos mientras él sea presidente.

Capriles ha simplificado su programa en tres frases que repite constantemente: que los venezolanos puedan dormir tranquilos (seguridad), que tengan trabajo (empleo) y que les alcance el dinero para comprar la comida (economía). También «evita hablar de capitalismo, pero al decir que reimpulsará el trabajo con la empresa privada deja ver que sería una economía de libre mercado propia del capitalismo», explica Pabón.

Por otra parte, el programa de Maduro es una copia fiel y exacta de la Patria o Plan de la Nación Simón Bolívar 2013-2019, con el que se postuló Hugo Chávez en 2012. Esto implica consagrar el socialismo del siglo XXI como modelo económico y político: colectivización de medios de producción y sistema de comunicación pública, entre otros. No obstante, el llamado apóstol del Comandante no habla de esto en sus discursos. Deja mucho que desear y se limita a decir: «Mi plan es el mismo de Chávez».

Una de las pocas novedades de la campaña chavista es hacer mucho énfasis en los apagones y en los homicidios. Dos palabras que jamás pronunciaba ni cuando presidía el Parlamento, ni cuando era canciller, ni vicepresidente. Por el contrario, negaba estas realidades.

MADURO NO ES CHÁVEZ

El Gobierno y Maduro comenzaron con ventaja: ganaron los dos eventos electorales previos y, como es obvio, controlan recursos, medios, instituciones y mensajes. Hablamos de una campaña electoral muy corta, que está cargada por la imagen y el aura casi religiosa de Hugo Chávez, quien murió el pasado 5 de marzo y sigue presente en los medios públicos. Una muestra de ello son las constantes veces en que Nicolás Maduro lo nombra y hace que sus seguidores sigan viéndolo a través de vídeos. ¿Qué intenta con esto? Lógicamente, la maximización de esa emocionalidad.

El chavismo trabaja su estrategia para mover gente, como pagarles o casi obligarles para que vayan a sus concentraciones -algo que para nadie es un secreto-. «Las instituciones del Gobierno alquilan autobuses para trasladar a sus empleados hasta el sitio de concentración. Por ejemplo, el pasado miércoles Nicolás Maduro estuvo en San Cristóbal, estado de Táchira, y había unidades de transporte de Santa Bárbara del Zulia, estado de Zulia. Dicen que nadie está obligado a asistir, pero pasan revista a los asistentes», protesta la periodista Gabriela Ortiz.

AL CORAZÓN

Ante este panorama, la oposición trabaja motivando emocionalmente para que los venezolanos voten por su cuenta, sin ataduras. Capriles ha sabido llegar al corazón de muchos venezolanos con sus palabras, su energía y su optimismo. Un ejemplo de ello fue un tuit que hizo el pasado viernes: «@hpcapriles: Venezuela, para cuidarte yo solo tengo esta vida mía #yosoyvenezolano Que viva el Pueblo Venezolano!», con 109.846 retuits.

Hace referencia a la estrofa de una canción de Yordano -músico compositor e intérprete venezolano-, ‘Por estas calles’, que fue tema principal de una telenovela, llamada igual y que reflejaba sucesos políticos y sociales venezolanos de principios de los años 90, momentos mucho menos difíciles de los que se viven ahora.

Así, el candidato de la unidad superó el último tuit del fallecido mandatario Hugo Chávez: «@chavezcandanga: Sigo aferrado a Cristo y confiado en mis médicos y enfermeras. Hasta la victoria siempre!! Viviremos y venceremos!!!», que ocupaba el primer lugar con 40.419 retuits.

Sin embargo, para llegar a presidente tiene que ganar con votos. Esa es la batalla.

Lo que sucederá el 14 de abril no se puede predecir, pero evidentemente ésta es una campaña muy dura y muy compleja para la oposición. Para ellos es un reto infinitamente mayor a la del año pasado.

Henrique Capriles Radonski ha asumido un gran sacrificio para mostrarse, no abandonar ninguna batalla y mantenerse activo. No tiene nada que perder pero sí mucho que ganar, incluso si pierde las presidenciales. Por ahora ha colocado a Maduro en un plano adecuado; sus denuncias constantemente sobre los abusos de poder, la inseguridad, el desabastecimiento, entre otros, ayudan a que los venezolanos abran poco a poco los ojos y se den cuenta de la Venezuela en la que están viviendo. Ya no está el Comandante que transmitía fuerza y seguridad a través de sus palabras, el generador de esperanza por excelencia. Ahora está Nicolás Maduro, pero Nicolás no es Chávez.

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