Barenboim como símbolo

EL DIRECTOR y pianista argentinoisraelí Daniel Barenboim dirigió por segunda vez el tradicional concierto de año nuevo que desde la Musikverein de Viena llega como un fenómeno mediático imparable a todo el mundo. Este fenómeno musical anual es la antítesis del recurso a la vulgaridad en los medios audiovisuales públicos, bajo el pretexto de las audiencias. En este concierto que abrió el año 2014, que la crítica elogia como uno de los mejores, Barenboim introdujo la paz y la guerra -este año es el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial- con ‘Friedenspalmen’ (1866), de Joseph Straus, un vals compuesto para celebrar el fin de la guerra austroprusiana. Barenboim es un músico judío comprometido activamente en el objetivo de la paz y la convivencia entre judíos y palestinos, entre Israel y Palestina. Una referencia del compromiso del artista, como desde las letras el magistral Amos Oz, por la convivencia y la tolerancia entre los dos pueblos. No siempre son comprendidos ni valorados, de un lado y otro, en esta ejemplar dedicación, que sitúa al artista y al intelectual en la tarea crítica e independiente frente, en este caso, al dominio de los fanatismos y las simplificaciones.

OPTIMISTA

El ministro de Economía, Luis de Guindos, aseguró en la Ser que la creación de empleo en este 2014 superará las previsiones. Cabe esperar que hable desde los datos y no desde esa ya manoseada filosofía política, que siembra optimismo para contrarrestar el descrédito electoral y, en algunos, como receta mágica frente a la crisis. El test de la salida de la crisis es doble: empleo y poder adquisitivo. El objetivo del poder adquisitivo, que anime el consumo, no concuerda con subidas de servicios y congelaciones de ingresos.

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