Barcos ornamentales, ¿para qué?

Barco ornamental, en Celeiro (Foto: José Mª Álvez)
photo_camera Barco ornamental, en Celeiro (Foto: José Mª Álvez)

Con los ojos enrojecidos y con lágrimas queriendo brotar, Abel García Fanego hablaba con sentimiento del Nuevo Joaquincito, un barco ornamental que está en la zona de Tupide, en Foz, y que se desangra por fuera y por dentro: «Cada vez que lo veo se me cae el alma a los pies», dice Abel, triste. Y es que el barco se encuentra en unas condiciones lamentables, con las cristaleras rotas, sin pintar. Da pena verlo.

Este barco lo donó en el 2006 este marinero que estuvo 45 años trabajando en el mar. «En principio se iba a poner en la rotonda de entrada al pueblo, pero quitaba visibilidad y al final decidieron ponerlo en Tupide», relata. La última vez que se arregló lo hicieron Abel y unos amigos hace tres años. Entonces lo dieron una mano de pintura. Ahora, nadie se ocupa de su mantenimiento. Al Concello parece no interesarle este barco, que da mala imagen en un pueblo tan turístico como es Foz. El BNG ya llevó a pleno una propuesta para su mantenimiento. «Por lo menos lo podían pintar», afirma Abel, resignado. «Antes la gente se sacaba fotos en el barco; ahora, ¿quién lo va a hacer?», se pregunta resignado.

Madera quemada

Pero este no es el único caso que existe en A Mariña. El estado en que se encuentra el Flor de Ares, en Celeiro, es aún peor. Este barco fue donado por José Cabaleiro, más conocido como ‘Machote’ Cabaleiro, en el año 2000. Ahora el barco tiene toda la madera quemada ante la falta de mantenimiento.

Cabaleiro se queja y lo compara con otros lugares de España. «Hay sitios donde los cuidan, los limpian al menos una vez al año y los barcos aguantan tiempo, pero aquí se pasa de todo», afirma este marinero que estuvo trabajando en el mar casi cuarenta años.

Cabaleiro reconoce que prefiere «no pasar por allí para no verlo, porque no me gusta ver como se deshace una parte de mi vida», afirma el marinero, que argumenta porqué lo donó en su momento. «Evidentemente, doné el barco porque entre otras cosas suponía un ahorro de dinero, ya que su desguace tiene un coste económico, pero sí sé cómo iba a estar hoy, hubiera preferido gastarme ese dinero y no ver el barco en las condiciones que está».

Como conclusión, lo que no se entiende es que concellos turísticos como Foz y Viveiro tengan barcos ornamentales destrozados que dan mala imagen de las localidades. Para eso, ¿no será mejor no tener ningún barco en tierra?.

Comentarios