Banqueros en el banquillo

DE TODO SE puede esperar ya en un país en el que el único juez que decide mandar a un banquero a la cárcel sin fianza acabe en tiempo récord suspendido de funciones. El motivo, la apertura de un juicio oral para determinar precisamente si cometió delitos cuando envió a ese mismo financiero, Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, a Soto del Real. Le acaba de suceder a un magistrado un tanto peculiar en las formas, tirando a extravangante, pero a quien nadie todavía puede condenar. Como a Blesa. Sin embargo, el juez Elpidio José Silva ya tiene, a ojos del Poder Judicial, su merecido, a falta de ese juicio que ya está señalado.

Pero los problemas de Miguel Blesa no se acaban en un juzgado de instrucción de Madrid. Ni mucho menos. Es ahora la Audiencia Nacional la que decide imputar al expresidente de Caja Madrid y a todo su consejo de administración. Lo hace por la vía penal, por un supuesto delito de estafa, ya que les considera autores de una premeditada «planificación» en la comercialización de participaciones preferentes, de eso que tanto sabemos los gallegos.

A ojos de Fernando Andreu, el juez que lleva el caso en la Audiencia Nacional, parece llegado el momento de saber si Blesa y sus directivos intentaron «paliar, retrasar u ocultar de alguna manera» el deterioro patrimonial de las cajas «utilizando la emisión de deuda subordinada y/o participaciones preferentes como una manera de captar dinero y disfrazar la situación de insolvencia» en la que se encontraban en ese momento, especialmente, Caja Madrid y Bancaja. Andreu indaga si se aprovecharon de la credibilidad que tenían entre su clientela para reforzar el capital de las cajas a sabiendas de que el futuro de la entidad resultante era más que complicado.

La Audiencia Nacional, por contra, ha decidido no investigar el proceso de comercialización ni a los responsables directos, es decir, los directores de oficina y otros empleados que procedían a colocar el producto. Esa «planificación» por parte de la cúpula es la ecuación que quiere despejar el juez. ¿Nos suena de algo todo esto en Galicia? ¿Nuestras dos cajas que afrontaron un proceso de fusión para dar como resultado Novagalicia comercializaron durante los años previos preferentes de forma masiva? ¿Lo hicieron para captar capital que se consideraba de primera calidad, en la terminología financiera, en un momento muy difícil y con sus balances sumamente debilitados? Un rotundo sí es la única respuesta a todas estas preguntas.Que nuestras extintas cajas llegaron quebradas a la fusión es algo que demuestra, como la prueba del algodón, el hecho de que necesitase la resultante nada menos que unos 9.000 millones en ayudas europeas para ser viable.

Resultaría injusto definir el mercado financiero gallego como paradigma en los últimos años de esas «subprime» en las que finalmente se convirtieron las preferentes. Pero ello no ha sido precisamente debido al propósito de enmienda de unos gestores que optasen por entonar el mea culpa antes de pedir el multimillonario finiquito (rescición de contrato, planes de pensiones, prejubilaciones), que lo hicieron. Ha sido por la presión social, desesperada en muchos casos, y por lacerantes situaciones de engaño manifiesto, como se ha encargado de demostrar la vía civil.

Caixa Galicia y Caixanova, tanto monta, tuvieron cúpulas y consejos de administración, como la Caja Madrid de Miguel Blesa y su consejo ahora imputados. Y esos gestores en ambas cajas gallegas, encabezados por José Luis Méndez y Julio Fernández Gayoso, también controlaban consejos a la medida, con nombres de sobra conocidos. ¿Planificaron la comercialización de las preferentes, ahora elevada ya a la categoría de estafa? ¿Lo hicieron para paliar, retrasar o ocultar de alguna manera el deterioro de sus cajas? Parece llegado el momento de dar respuesta en Galicia también a todo esto. Al menos, para poder seguir diciendo que el nuestro es un Estado de derecho.

El juez Andreu también ha decidido llamar a declarar en calidad de imputados a los responsables de las filiales de Caja Madrid que firmaron los folletos de las emisiones de preferentes, registrados en la CNMV. Casualidades de las finanzas, Caixa Galicia y Caixanova también tenían filiales creadas ad hoc, y sus responsables firmaron dichas emisiones, todas ellas previas a la fusión. También consta en la CNMV. Aunque lo prioritario ahora es recuperar el dinero invertido, y que la vía penal no paralice la civil, es cuestión de mínimos poner orden en responsabilidades pasadas. La historia no les va a absolver, pero al menos deberíamos saber si un juez puede condenarles.

Otro cortocircuito energético para Galicia

EL AIRE que comenzó a soplar hace unas semanas para la gran apuesta energética gallega, la eólica, se queda en mero suspiro por obra y gracia de un ministro, José Manuel Soria, que siempre embarra con parches el terreno de juego que pisa. De otro modo no se puede entender la vuelta de tuerca que acaba de dar Industria con su decisión de reformular el sistema de retribución de renovables. El recorte, dejando sin incentivos al 70% de los parques gallegos, los levantados antes de 2004, no solo pone en jaque a una comunidad que fue pionera en la energía eólica en España, sino que ahora aspiraba a recuperar el terreno perdido hace ya varios años frente a Castilla y León e incluso Andalucía.

De la mano de la Xunta, solo hace una semana que fue reactivado el dichoso concurso eólico paralizado hace tres años, con las primeras autorizaciones, unos sesenta megavatios de un total de 2.325 a repartir. A ello hay que sumar los más de 700 megavatios que estaban pendientes de anteriores procesos, que en algunos casos se remontan a la etapa de Manuel Fraga en San Caetano. Hace bien la patronal eólica gallega en discernir, como lo hace muy clarito, entre lo que es un megavatio adjudicado en concurso, autorizado y construido, porque va a haber muchas bajas a partir de ahora.

¿Cómo se entiende que un Gobierno que se envuelve en la bandera de la liberalización instaure una retribución en función de «rentabilidades razonables» del 7,5% para la eólica? ¿Dónde está el mercado? ¿Es esta la manera de acabar con supuestas burbujas que, al menos en Galicia, nada tuvieron que ver con la eólica y sí con la fotovoltaica?

JUAN MANUEL URGOITI ♦ Un presidente que debe ejercer y dejar de trabajar para otro

EL veterano Juan Manuel Urgoiti tiene ante sí la oportunidad de demostrar lo que de verdad le importa Galicia. Consejero de fuste en la Inditex de Amancio Ortega, semejaba haber escrito sus últimas páginas con la debacle del Banco Gallego, que presidía y cuya subasta pasó desapercibida ante la crisis de su vecina Novagalicia. Pero siete vidas tiene Urgoiti y resurgió al frente de la Pescanova de Demetrio Carceller, el dueño de la cervecera Damm. El financiero, que no empresario al uso, nunca ocultó desde su llegada a Chapela, sede de la multinacional, que su objetivo era renegociar un convenio de acreedores con la banca para poder salvar el grupo. Claro está que lo que nadie esperaba era que Urgoiti se revelase como fiel subalterno de Carceller para llevárselo crudo, como se dice, con quitas inimaginables para el común de los concursos de acreedores. El madrileño tiene a la banca de uñas. Y, lo peor, ya casi no le queda tiempo.

ROBERTO TOJEIRO ♦ Gadisa vuelve a las aperturas después de elevar sus ingresos

HAY empresas que son motores de crecimiento, que siguen siendo de capital gallego y que se consideran familiares, por la unidad en cuanto a la sucesión al frente de su propiedad y gestión. Un claro ejemplo es el de Gadisa, líder en su territorio en pugna histórica con Vegalsa, participada por Eroski. Roberto Tojeiro, presidente e hijo el fundador, ha sido claro: después de un año de reducir costes, salarios y reformular el modelo para ganar competitividad y abaratar precios de venta al público, como fue 2013, toca ahora ahora la vuelta al crecimiento, con nuevas aperturas.

Gadisa cerró el año con unos ingresos de 980 millones de euros, un 2,6% más. Ahora, la vista está puesta en abrir nuevos Gadis, entre ocho y doce establecimientos durante este año. Y, por qué no, seguir con un crecimiento en mancha que le ha llevado a poner una seria pica en Castilla y León.

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