Asunción

EL QUINCE de Agosto es festivo. Es la gran festividad del estío y en él se celebra en la actualidad la Ascensión de la Virgen.

En toda Europa es un día muy señalado. En Italia es conocido como el ferragosto, y entre nosotros numerosos pueblos y ciudades celebran su fiesta mayor. También muchas de nuestras catedrales están dedicadas a esa advocación de la santísima Virgen.

Cuando hace años se discutió el proyecto de Constitución europea que acabó en un tratado constitucional, se discutió acerca de la conveniencia de recoger entre las raíces culturales de Europa las que se refieren al cristianismo. Francamente creo que hay que ser muy cerrado de entendederas para no admitir de plano como fuentes básicas de la civilización europea, el legado de Roma y las raíces cristianas.

Ciertamente el quince de Agosto es un día festivo, la gran fiesta del verano, es un día de reencuentros y de vuelta a casa, a las raíces, como sucede en la Navidad, pero es el día de la Asunción, y en torno a la celebración de ese acontecimiento con la que según el evangelio la Virgen concluyó su peregrinaje en la tierra y su misión en ella como madre del Salvador, vivimos un año tras otro una festividad que marca nuestro calendario y por ello nuestra existencia.

Es obvio que en la actualidad la festividad ha acentuado su carácter laico. Pero ello no ha obscurecido para los creyentes el profundo significado de la Asunción de María. Por eso es un día espiritualmente luminoso, uno de los tres que según la tradición popular, y en sentido figurado, brillan más que el sol. Eso pone de relieve que está incorporado, con todo su significado a nuestra tradición, a nuestra historia, a nuestro acervo trascendente, y que con mayor o menor intensidad, así seguirá siendo sin duda, sin que el tiempo ni las circunstancias lo desfiguren.

Es verdad que los templos no conocen hoy el abarrote de otros tiempos, aunque acaso la devoción de los muchos que acuden a ellos sea más autentica y es cierto que eso se pretende que es algo inherente a los signos de los tiempos. No obstante, para muchos sigue ahí como razón gozosa el misterio del que la Santísima Virgen es protagonista indiscutible en el dogma de su Asunción a los cielos y que da sentido a la festividad.

En día para todos tan festivo, es fecha en que se nos convoca a estar alegres. Confío en que lo hayan estado, porque hay razón para ello.

Por mi parte, mi esperanza y mi deseo de que ayer disfrutaran de una feliz jornada festiva.

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