Así son ellos dos

Una mujer dentro de un corazón. El perdón por bandera. Benevolente, la que más. Mari conseguía sacar las mejores virtudes de cada uno de nosotros. Una mente ágil, envidiable. Me enseñó a resolver los problemas de química mejor que cualquiera de mis profesores. Fue mi mejor maestra en química y en la vida. Si digo continental, no habrá nadie en la familia que no me entienda y se le dibuje una sonrisa. La templanza, la discreción, la prudencia: virtudes que ella tenía. Podía estar, y así lo decía, tres días sin hablar con nadie y no pasaba nada, pero eso no le impedía tener la palabra adecuada, siempre atinaba, siendo capaz de levantar el ánimo a cualquiera. Sin duda, uno vale más por lo que calla que por lo que dice.

Su axioma fundamental era que la felicidad consiste en aprender a conformarse con lo que uno tiene, y si uno lo piensa bien, verá que es una gran verdad. Junto con Manano (no se me ocurren mejores compañeros de viaje) se complementaron y perfeccionaron, lograron formar una familia inquebrantable, fueron, son y serán mi (nuestro) paradigma. De nuevo, una vez más, la gente excepcional nunca muere, es eterna. Así son ellos dos