''¡Arriba, parias de la Tierra...

EN PIE FAMÉLICA LEGIÓN! Atruena la razón en marcha: es el fin de la opresión...». Tras leer el ideario de Podemos lo primero que se me pasó por la cabeza fue el himno de La Internacional (Eugène Pottier, 1871), la canción más emblemática del movimiento obrero y composición oficial de la mayoría de los partidos comunistas, socialistas y organizaciones anarquistas del mundo entero. Consecuentemente, quise ahondar en los porqués de este pensamiento repentino y entender las razones por las cuales el resto de partidos, especialmente PP y PSOE, lo tildan de utópico y populista -en sentido peyorativo-. Últimamente también algunos personajes socialmente conocidos y numerosos tertulianos lo denigran públicamente con la finalidad de aportar ‘coherencia’ a los posibles votantes de la formación que lidera Pablo Iglesias. Una muestra reciente: Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso, ha dicho que «Podemos se presenta como ‘Don Limpio’, pero están llenos de caca» (sic). Y caca es un eufemismo de mierda. ¡Ahí es nada!

¿El proyecto de Podemos es solamente un canto de utópicas sirenas -promesas- para atraer el voto del descontento o se sustenta en sólidos argumentos? ¿Es un partido antisistema que acabaría con la democracia si llega al poder, como sostienen algunos? ¿Es Pablo Iglesias un mesías rojo o simplemente un rojo demonio?...

Parece irrefutable que el pensamiento de Podemos, elaborado de forma colectiva con sus bases, es el ideario de una formación de izquierdas sin ningún tipo de matices; es decir, ateo, republicano y muy alejado de las propuestas socialdemócratas, por mucho que sus líderes se empecinen ahora en decir lo contrario. Antepone el sector público al privado, incluye medidas económicas, sociales y laborales para favorecer a los asalariados y a las clases más desamparadas de la sociedad, promueve la eliminación de privilegios a las grandes fortunas, corporaciones empresariales e iglesia católica y un largo etcétera que tiene como primera finalidad ilusionar a la frustrada sociedad española.

PLAN ECONÓMICO. Nadie pone en duda que soplan malos vientos para el pueblo, sobre todo para el pueblo llano, por culpa de una crisis económica que parece eterna. Ante este sombrío panorama, Podemos presentó recientemente un plan económico elaborado por los economistas Juan Torres y Vicenç Navarro que contiene los principios sobre los que girará su programa en las próximas elecciones generales; por cierto, principios que han ido moderando ostensiblemente en relación con su discurso para las elecciones europeas del pasado 25 de mayo.

Prácticamente todo lo que este modelo expone suena bien. Para no caer en el tedio, y porque sus dirigentes ya se encargan suficientemente de promocionarlo en los medios de comunicación, aquí va una pequeña muestra de las propuestas más chanchis: subir salarios y pensiones, disminuir la jornada laboral a 35 horas semanales, establecer la edad de jubilación en 65 años, apostar por una especie de renta básica para las personas sin recursos, revisar la naturaleza de los ERE… Hace especial hincapié en reestructurar la deuda pactada con Europa para evitar que se convierta en una soga mortal para la economía y en flexibilizar el pacto de estabilidad que marca los objetivos del déficit para cada ejercicio presupuestario -de hecho promueve eliminar el artículo 135 de la Constitución-.

Asimismo, prevé estimular el sector privado y/o crear empleo por parte del Estado con la finalidad de acabar con el paro, incrementar los tipos impositivos para las grandes fortunas y las inversiones especulativas, reformar el IRPF, el impuesto de sociedades, el de patrimonio… Además, pretende modificar los estatutos del Banco Central Europeo (BCE) para que entre sus fines figure también el pleno empleo; aumentar el gasto público en educación, sanidad y servicios sociales, crear una banca pública y bancos ciudadanos de interés público, transformar el Instituto de Crédito Oficial (ICO) para que pueda recibir créditos del BCE en iguales condiciones que la banca privada y, consecuentemente, que este llegue a las familias y a las pymes…

En resumen, el proyecto de Podemos pretende luchar contra la desigualdad con objetivos -según ellos- realistas y, consecuentemente, reducir las causas de pobreza extrema, abandono y exclusión social -los desahucios, entre otras-. ¿Quién en su sano juicio no estaría de acuerdo con esto? Pero, como en la vida misma, las verdades son poliédricas; es decir, varían según el punto de vista con el que se miran y no todo el ideario está lleno de luces.

LAS SOMBRAS. En primer lugar, el principal reproche que se le hace es que todavía no concreta las cuantías ni los mecanismos de aplicación de dicho plan económico, lo que refuerza las ideas de sus detractores: utópico, irrealizable, imposible, demagógico..., basándose principalmente en las matemáticas; esto es, ¿de dónde va a salir todo el dinero para poder aplicar estas medidas que propugnan sin que España se vaya al ‘carallo’? Y, objetivamente, no les falta razón. El modelo requiere un aumento del gasto público considerable que difícilmente podría ser compensado con el mayor aporte previsto de los ingresos. Bueno, sí, a costa de endeudarnos más y más.

En segundo lugar, ¿se atreve a obviar a mamá Europa? Y esta tiene mecanismos más que suficientes para bajarle los humos a sus hijos díscolos -véase lo que está pasando actualmente con Grecia. Bruselas ya le ha advertido que debe cumplir con los compromisos adquiridos, independientemente de lo que Syriza (el álter ego griego de Podemos) le proponga a los suyos para ganar las elecciones y, de hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de paralizar el programa de ayudas al país heleno hasta que el nuevo Gobierno respalde las reformas-. Agrade o no, la entrada en el euro y la aceptación del Tratado de Maastricht y otros sucesivos hace casi nula la capacidad de maniobra de los Estados miembros frente a la UE en algunas cuestiones.

Por último, y ya sin hablar del parné, Podemos genera inquietudes por su funcionamiento interno y su puesta en escena: ¿por qué varía tanto su discurso, amoldándolo a las circunstancias de cada momento?, ¿por qué no tiene la osadía de concurrir a las próximas elecciones municipales?, ¿qué mecanismos de control ejerce en la ‘libre’ elección de sus representantes en los distintos círculos y/o asambleas?...

EL PODER DE PODEMOS. Aun así, la incuestionable robustez de Podemos -así lo avalan las encuestas, su gran cantidad de ‘afiliados’ en tiempo récord, su imparable expansión por todo el territorio nacional...- va más allá de sus promesas, aunque estas haya que interpretralas solo como una cuestión de fe. Más allá de Pablo Iglesias, su carismático líder, que ciertamente es un tipo listo, con carácter, cae bien, se expresa aún mejor y -presuntamente- tiene muy claro su objetivo y el plan para conseguirlo: ser el próximo presidente del Gobierno. Va incluso más allá de los numerosos hastiados por las promesas incumplidas y la incapacidad y de los políticos ‘tradicionales’ para gestionar la crisis y todos los derechos -económicos, sociales, laborales...- que esta se ha llevado consigo. El hecho de que en España los partidos hayan fagocitado a las instituciones del Estado -véase el Tribunal Constitucional- añade un plus de indignación y la sensación de impunidad de la clase política -la ‘casta’, según ellos-. Esto además le abona, ¡y de qué manera!, el terreno electoral a Podemos.

La fuerza imparable de Podemos radica en que cada vez hay más gente social y económicamente vulnerable en España, los auténticos ‘sans culottes’ del siglo XXI -parados, ‘mileuristas’, jóvenes frustrados... que crece y crece sin parar-, que no dudarán en auparlo hasta el fin, porque... ¿qué tienen que perder? Yo confieso que a mí, tras tanto razonamiento, este partido me sigue inspirando lo mismo: «...Agrupémonos todos en la lucha final. El género humano es La Internacional...»; ahora bien, ¿es esto una simple fanfarria o hay que tomárselo en serio?, ¿con qué lado del poliedro los queremos ver, como ángeles salvadores o como demonios bolivarianos? El poder de decidir está en nuestras manos; esto es, en nuestros votos.

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