''Aquí va un artefacto y en tres horas vas a estar en el cielo''

Entraron en la estación de autobuses sin infundir sospechas y se dirigieron a la consigna, donde depositaron dos bolsas aparentemente inofensivas. Sin embargo, cuando el trabajador recogió los bultos y los colocó tras el mostrador, uno de los detenidos lo miró tranquilamente y le dijo: «aquí va un artefacto que os va a hacer saltar por los aires».

Sin creerse mucho lo que estaba oyendo, el empleado mantuvo la calma y le pidió que no bromearan más porque iba a telefonear a la Policía, «pero me dijo que llamara a quien quisiera, ya que en tres horas iba a estar en el cielo», comentó.

Según explicó el principal testigo de los hechos, los dos jóvenes no se afanaron demasiado en distorsionar su imagen, ya que uno de ellos llevaba la cara descubierta y unas orejeras, mientras que su compañero cubría únicamente parte de su rostro con una bufanda. «Iban bien vestidos y no me llamaron la atención, aunque nunca antes los había visto».

En declaraciones a este diario, el trabajador de la consigna aclaró además que los bultos sospechosos eran un macuto cilíndrico de color blanco y una bolsa de mano azul claro, «que pesarían sobre unos cuatro kilos cada uno». Aunque la subdelegación del Gobierno no quiso revelar el contenido de los mismos, fuentes próximas a la investigación apuntaron que contenían únicamente ropa y algunos efectos personales.

Desalojo

En cuanto los dos chicos abandonaron la estación, el empleado no dudó en llamar a la Policía y avisó a su compañera del mostrador de información, Isabel Rodríguez, quien comunicó lo sucedido por megafonía para que todo el mundo abandonara el recinto. «Algunos pensaban que era una broma, pero la Policía llegó rapidísimo y en un minuto estábamos todos en la calle», dijo.

Los agentes desalojaron además la cafetería de la estación, que en ese momento se encontraba atestada de gente. Tal y como confirmó la camarera del establecimiento, Elena García, «algunos clientes se pusieron muy nerviosos y se fueron corriendo, mientras que otros no reaccionaban y hubo que echarlos». Tras dos horas en la calle, trabajadores y viajeros recuperaron la normalidad.

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