Andrés Aberasturi: ''Soy un periodista de papel y de principios, de cuando el periodismo contaba cosas''

Andrés Aberasturi
Si hubiese una voz para definir la serenidad, sería la voz honda y cadenciosa de Andrés Aberasturi. El periodista habla con la sencillez que caracteriza a las personas importantes. Su medio siglo en la radio le ha dotado de un discurso continuo y cargado de lucidez. No le importa que se le interrumpa, pero podría dejársele el micrófono abierto.

Andrés aberasturi (Madrid, 1948) es un geógrafo de mundos perdidos: el secreto arte de la linotipia, el estruendo mecánico y ensordecedor de las viejas rotativas, el clac clac de las máquinas de escribir, los compañeros de redacción fumando a todo tren y cantando a coro,... El periodista reconoce su añoranza del viejo oficio y su desencanto con la nueva profesión a cada respuesta.

Cuando le anunciaron el Puro Cora reconoció que era «un periodista sin un premio que llevarse a la boca».

Es que no tengo afición a los premios. No me presento a los que hay que ir y los otros nunca me los han dado. Bueno, sí, tengo un Antena de Oro, pero ese lo dan cada quince días.

Es sorprendente con la carrera que hizo.

Soy un periodista que pasa de-sapercibido. No tengo una gran empresa detrás. Publico lo que escribo para agencias. Es complicado porque en los resúmenes de prensa aparecen El País o el ABC, pero no los periódicos de provincias ni los digitales.

Usted defiende el periodismo de provincias.

Siempre. Empecé en Alicante. Allí conocía periodistas que vivían el periodismo. En provincias hay periodistas que escriben muy bien, que no te explicas cómo no están en periódicos nacionales.

Le gusta la forma antigua de hacer periodismo.

Era un periodismo con sentido. Al escribir para digitales no sabes si debes poner ‘esta mañana’, ‘ayer’o ‘mañana’ porque no sabes cuándo va a salir. Soy periodista de papel y de principios, de cuando el periodismo te contaba las cosas. Era más apasionante escribir en un periódico de Guadalajara, como hice yo al principio, que hacerlo en un diario nacional como Pueblo, que era muy grande. Aunque entré en Pueblo un verano y estuve hasta que cerró. Mi casa fue Pueblo.

¿Las agencias nunca llegarán a ser su casa?

Es que es más complicado. Cuando entré en Pueblo me costaba escribir cuatro líneas porque todo eran voces y periodistas entonando cánticos religiosos. Al dejar los periódicos y empezar a escribir en mi casa para agencias me faltaba el ruido. Tuve que reacostumbrarme al silencio. Todo empezó cuando los de El País se pusieron flemáticos y con los ordenadores que sustituyeron a las Lexicon. Se perdió el romanticismo de las películas sobre periodismo, que, además, respondían a la realidad. El silencio de los ordenadores mató ese mundillo de pasiones, amistades, enemistades y broncas.

¿Las redacciones se han vuelto más aburridas?

Es que se han vuelto oficinas. Y, claro, tú no entras en un banco dando voces.

¿Esa desilusión lo acercó a la radio?

Nunca dejé el papel. Lo tuve que dejar cuando se cerró la prensa del Movimiento. Hasta el final de Pueblo puse la condición de seguir en el periódico para trabajar en radio. Nunca dejé de escribir columnas, aunque la culminación del periodismo es el reporterismo. El columnismo es el futuro de la prensa escrita, pero prefiero el reportaje y la entrevista.

¿Qué futuro augura a la prensa escrita?

En un congreso dije que tiene los días contados y me abuchearon. Contra las tecnologías no puedes luchar. La pantalla va a ser el soporte y el papel quedará para las élites. Los periódicos no tienen por qué ser diarios, pueden ser semanales; serán más magacines. No todos desaparecerán, pero para cubrir la provincia de Lugo está El Progreso. Los periódicos de provincias tienen más futuro que los nacionales porque distribuir es muy caro. La radio e internet son cada vez más rápidos, no tiene sentido esperar 24 horas a que te lo cuente el papel.

Su llegada a la radio le supuso un cambio. ¿Qué encontró que no tuviese en el periódico?

Emoción. La radio no me interesaba. Me parecía un medio frívolo y complicado, como la televisión. Empecé en informativos. El primer día redacté dos folios sobre un consejo de ministros. Un veterano me preguntó: «¿Adónde vas con dos folios?»

Era un reproche por el ritmo.

Empezó el informativo y me comí mis dos folios. Tardé en entender que la radio hacía titulares. No sé si la radio es periodismo.

Me habla usted de radio matutina. La nocturna es otro género.

Sí, la radio nocturna que yo hacía era una radio sin políticos, con unas músicas que elegíamos... La radio sigue sirviendo para escuchar la noticia y el periódico para explicarla, pero quieres ver la imagen. La seducción de la imagen la tiene la televisión.

Esa función estética que le otorga hace que conciba la televisión como un espectáculo.

Es que no es un medio de comunicación en sentido periodístico. Los sucesos tienen un protagonismo absoluto y las noticias sin imagen bajan a una segunda categoría. Cuando trabajaba en televisión, lo primero que preguntaba era por las imágenes que teníamos.La imagen manipula la información. No es serio.

La radio y la televisión no le parecen periodismo. Desconfía de internet. Usted confesó que «la columna es una pasión inútil».

Una columna sirve para tener una visión nueva, para que el lector descubra una visión sobre algo, pero una columna no puede cambiar la Historia. No se puede renunciar a las ideas, debe haber periódicos de ideas. A través de las ideas el periodismo debe reflejar las opiniones de la sociedad.

El periodismo se ha convertido en un asunto de bandos.

Antes las tertulias tenían a políticos y a periodistas, y ahora los periodistas son de un bando o de otro. Los debates son previsibles, salvo en saber adónde van a llegar. En España hay periodismo de barricada porque queremos reafirmarnos.

Vive retirado de las trincheras, en Yunquera de Henares, en Guadalajara. ¿Fue por su hijo Cris, que sufre parálisis cerebral?

Teníamos una casa y nos animamos porque se dio la casualidad fantástica de que hicieron una residencia para niños con este problema en el pueblo. El primer año alargamos el verano y ya van ocho.

Tiene gallinas.

Sí, me ocupan la nada. Estos días hace frío y no ponen. Las nuevas tecnologías permiten mover el mundo desde Nueva York o desde Yunquera de Henares.

También pinta. ¿Ha expuesto alguna vez?

No. Les regalo cuadros a mis sobrinas. Todas tienen un cuadro mío.

Pero los colgará en su casa...

No. Son tenebrosos, desoladores. Es una penitencia para mi familia, pero no me aceptan más que uno. Ahora estoy pintando en pequeño formato, sobre papel.

Tiene algo que ver con su reivindicación del papel de periódico.

No, nada. Es que el tacto me gusta. Es maravilloso mirar esos catálogos de papel. Dan ganas de poner un marco al papel en blanco. Descubrí el papel haciendo caras de mujeres y monjes.

¿Qué le atrae de los monjes?

Sus capuchas.

¿No será una venganza?

No. Me llevo bien con los curas. Los jesuitas se portaron. Pasé de un año en que todo era pecado a que me pusiesen películas de Bergman.

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