Alumnos de la USC catalogan fondos documentales de la abadía de Samos

La comunidad benedictina del monasterio de Samos firmó un convenio con la Universidade de Santiago de Compostela (USC)  por el que alumnos en prácticas del centro catalogan los fondos documentales de la abadía.

Los estudiantes "levantan los fondos" para documentar así el patrimonio monástico, que todavía está sin cuantificar y estudiar. Los jóvenes comenzaron catalogando los pergaminos y legajos del archivo, donde se encuentra la documentación "más delicada", explica la museóloga de la abadía, Carolina Casal. La comunidad desconoce el número de pergaminos existentes en el archivo, similar a "dos habitaciones llenas".

Entre estos manuscritos se encuentran documentos procedentes de otros monasterios, como de San Vicente del Pino, Celanova, Leiro y Ferreira de Pallares, así como de otros prioratos. Estos fondos fueron a parar a la abadía, ya que tras la desamortización de 1835 éste fue el único monasterio que volvió a ser benedictino, por lo que las monjas Antealtares que conservaban la documentación la entregaron a Samos. Los textos relacionados con el monasterio son minoría porque durante la desamortización muchos de ellos se trasladaron al Archivo Histórico Nacional de Madrid, al igual que ocurrió en otros cenobios.

"Empezamos con el archivo porque están los fondos más antiguos. Cuanto más se sepa del archivo, más se les ofrece a los investigadores", señala Casal. Entre los documentos que se pueden encontrar en el monasterio figura la correspondencia entre los padres Feijoo y Sarmiento —sólo se conservan catorce cartas, el resto se perdió en el incendio de 1951— y textos de entre los años 1500 y 1900 procedentes de la Casa Grande de Lusío, la mayor extensión agraria de la zona, con 300 hectáreas.

Los fondos más antiguos del archivo datan del siglo IX y, en general, se encuentran "bastante bien conservados", apunta la museóloga. "Es una biblioteca con pocos medios y la conservación se hace lo más adecuado posible", dice. Los estudiosos creen que se que pueden hallar documentos completamente desconocidos, ya que en aquel momento se podían usar para forrar otros más actuales.

Proceso
Los alumnos elaboran fichas con las características de cada documento —número, descripción del pergamino y de su contenido y el estado de conservación— con el fin de volcarlos en una red de bibliotecas para que investigadores y público en general puedan conocer los fondos de la abadía benedictina.

La catalogación permite saber el estado de los documentos y si es necesaria su restauración o unas condiciones ambientales especiales para su conservación. Además de inventariar, se pretende modificar la forma de utilización de la biblioteca. Este trabajo también tendrá un papel importante para el futuro museo, ya que lo dotará de un centro de investigación sobre la vida monástica.

Los primeros tres alumnos, procedentes del máster de Servicios Culturales de Humanidades del campus de Lugo, trabajan desde el lunes en el monasterio, donde pernoctan. Los jóvenes participantes en este proyecto —Xemma Sanxurxo, Julio Dono y Raquel González— consideraron un "privilegio" poder llevar a cabo este trabajo y destacaron el valor de tener en las manos y poder trabajar con los documentos que habían estudiado en la universidad.

La comunidad benedictina ya llevó a cabo en el pasado proyectos para documentar los fondos de la abadía. El padre Maximino, fallecido en 1992, inició la documentación de los fondos. Este religioso también se encargó de llevar a Samos microfilmados y fotocopiados documentos relacionados con el monasterio que se encontraban en el archivo madrileño.

En el año 2000 la abadía entró a formar parte del Proxecto Meiga, una red de bibliotecas gallegas en la que se puede consultar las bases de datos de cada centro. Entrar en este proyecto supondría hacer un inventario de todos los fondos documentales del cenobio.

  • Una biblioteca con 130.000 ejemplares. La biblioteca cuenta con 130.000 libros, según las estimaciones, sin contabilizar los pergaminos y legajos, que son innumerables. Además, el monasterio posee varios incunables, textos que fueron editados desde la invención de la imprenta hasta principios del siglo XVI.
  • Cuatro años. El convenio con la USC tiene una duración de cuatro años. Cada año, en dos tandas, de quince días de duración cada una y entre 60 y 80 horas, la universidad ofrece cinco plazas, aunque en este primer grupo sólo se cubrieron tres. Cada día, los tres estudiantes participantes documentan alrededor de cincuenta escritos.
  • Colaboraciones. La comunidad benedictina estudia pedir ayuda a otros organismos, ya que catalogar la totalidad de los fondos documentales llevará años.

Comentarios