Alcoa se lo vuelve a pensar

Foto: JOSÉ Mª ÁLVEZ
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Por qué en los años setenta As Pontes decide convertirse en la mayor central térmica convencional de España de la mano del sector público? ¿Y cuál fue el motivo para que una empresa privada, pero amiga, como era entonces Fenosa, llegara a idear en esa misma década la puesta en marcha de una central nuclear en Xove? Ambas preguntas tienen una misma respuesta: San Cibrao. Un consejo de ministros del año 74 aprobó la inclusión de los municipios de Cervo y Xove en la denominada como gran área de expansión industrial de Galicia y dio aire a la creación de la que se convertiría en una de las joyas europeas del aluminio, Inespal, hoy en día Alcoa. Para entender la relación del grupo con la energía basta un dato: el consumo de electricidad del complejo de A Mariña ha llegado a ser cuatro veces mayor que el de todos los usuarios privados gallegos juntos. La energía es, por tanto, crítica para el grupo industrial norteamericano asentado en la costa lucense. Como lo es también para otros centros de Alcoa en Galicia, como la planta de A Coruña, o empresas como Megasa, Ferroatlántica, Celsa (antes Hierros Añón), o SGL Carbón, también implantada en el área coruñesa.

Todas estas empresas tienen algo más en común que unos elevados costes energéticos (llegan a representar hasta el 40% del total). Están integradas, dentro del alambicado sistema eléctrico, en el grupo de grandes clientes, y tienen contratos de interrumpibilidad: para garantizar el consumo en sus áreas de influencia en momentos de gran demanda, están en disposición de reducir al mínimo su actividad, y por tanto, la adquisición de energía. A cambio, hasta ahora, obtenían bonificaciones fijas.

La pulsión desreguladora aplicada a cañón y sin bálsamos por el ministro de Industria, José Manuel Soria, para reducir el déficit en la tarifa eléctrica ha llevado al Gobierno a implantar un sistema competitivo, de subastas a la baja entre las empresas consumidoras, para rebajar la factura de la interrumpilibidad. Nada menos que unos 550 millones de euros, aunque algunos año se ha ido hasta los 700 milllones. Las subastas se han hecho por centros fabriles, y no por empresas, y de ahí que, dentro de un mismo grupo, haya damnificados, caso de las plantas de Alcoa en A Coruña y Avilés, que en la subasta no lograron ningún paquete de megavatios de potencia a los que optaban parar el próximo año, mientras que San Cribrao se hizo con tres de cuatro.

La reacción ha sido inmediata, y no suena a nuevo. La viabilidad de las plantas de A Coruña y Avilés está, a juicio de la multinacional norteamericana, en el aire. En conjunto, 894 empleos entre las dos fábricas, que se dedican a la producción de aluminio electrolítico. En A Mariña, como la pólvora, la preocupación ha vuelto a propagarse entre la plantilla: 1.500 empleos directos y 600 en las empresas auxiliares. Aunque se trata de situaciones muy dispares, estar integradas en una multinacional con su centro de decisión en Pittsburgh (Pennsylvania) no ayuda nada. Que se lo pregunten a los trabajadores de la planta de Portovesme, en Cerdeña, en proceso de cierre.

Sin embargo, hay sustanciales aspectos en los que conviene detenerse, sobre todo para poner en su justo valor amenazas, más o menos veladas, de cierres, deslocalizaciones y ventas de fábricas. Porque no resultan de recibo ni la intimidación ni los amagos cuando todo un «lobby», el de los grandes consumidores, se planta ante una decisión que considera contraria a sus intereses.

En el caso que nos ocupa, hablamos de muchos empleos, pero también de muchos euros de facturación y beneficios. Con los datos de 2013 en la mano, Alcoa Inespal SA, la filial que hasta hace unos meses integraba en exclusiva las plantas de A Coruña y Avilés, presentó un beneficio neto de 53 millones de euros, dando la vuelta a su cuenta de resultados, después de haber perdido 72,7 millones en 2012. Aunque sus ventas se incrementaron (de los 263,7 millones de 2012 a los 312,4 millones del año pasado), fue la política de provisiones del grupo lo que provocó la vuelta a los beneficios. En San Cibrao, que depende de otra filial, Aluminio Español SA, el beneficio neto fue en 2013 de 54,7 millones, sobre los 32,1 millones que ganó en 2012. Y sus ventas se dispararon hasta los 1.359 millones.

Todos estos datos deben tenerse en cuenta en el debate sobre la permanencia de Alcoa en Galicia, que sin duda es clave si queremos presumir de la poca industria sana que queda. Pero quizá sea mucho más determinante, sobre todo a corto plazo, la rectificación del ministro Soria anunciando otra subasta de contratos de la dichosa interrumpibilidad antes de enero. Toca afinar.

La economía gallega sigue perdiendo fuelle

Galicia se encuentra en el limbo. Ni hacia adelante ni hacia atrás. Y, como todo en la vida, hasta puede ser un consuelo. Desde luego, en esa senda de crecimiento, más bien disparadero, en la que nos quisieron colocar algunos, no nos encontramos. Los datos de evolución del Producto Interior Bruto (PIB) lo dejan muy claro: Galicia creció un 0% en el tercer trimestre del año si lo comparamos con el período comprendido entre los meses de abril y junio. En el segundo trimestre, el alza había sido del 0,3%. La economía española, entre junio y septiembre, cuando en Galicia fue nula la evolución, creció un 0,5%. Si miramos hacia el 2013, en tasa interanual, el crecimiento gallego fue de un tímido 0,4% entre julio y septiembre, un período, el estival, que siempre suele dar alegrías por la vía del consumo. Pero no hay paz todavía.

Con los datos de consumo y formación bruta de capital (es decir, las inversiones) también sucede lo mismo: insignificantes o nulos crecimientos. Por algo la conselleira del ramo, Elena Muñoz, rebajó la previsión de crecimiento para el final de año cuando elaboró los presupuestos para 2015.

Preocupante es la caída del PIB de la industria, que retrocede frente al año pasado un 3,1%, dejándose en el camino más que la construcción. Las alegrías las vuelve a dar el sector servicios (avances del 1,9%) y, en menor medida, la agricultura y la pesca, con una mejora del 0,5%. La demanda interna tampoco tira, y solo hay luz en el comercio exterior. La pregunta es obvia: ¿hacia dónde camina Galicia? Pues con todos estos datos en la mano, hacia ninguna parte. Nos hemos detenido. Y eso no es nada bueno.

CAROLINA MASAVEU. Una Pescanova en transición que tiene pánico a la Bolsa

La junta general extraordinaria de Pescanova ha estado presidida por un desconocido, Diego Fontán, a la sazón marido de Carolina Masaveu, accionista de referencia del grupo pesquero e integrante de una de las grandes sagas empresariales asturianas. El mandato judicial pesa todavía, a la espera de que la banca haga explícito el control de la multinacional, y a Fontán le tocó bregar con algunas preguntas que dejan al descubierto otros tantos problemas. Uno de ellos, pues un corralito en toda regla para muchos accionistas minoritarios de la compañía, que tendrán que esperar todavía más, ya que no está previsto que vuelva a cotizar hasta mediados de 2015. La excusa, el riesgo de liquidación que todavía pesa sobre el grupo, con filiales que hace nada han entrado en concurso. Suena un poco hueco el argumento, ya que es la banca quien mandará en breve. ¿No será que tiene pánico a volver a cotizar y lo haga por los suelos?

ANDRÉS MUNTANER. A los propietarios de la AP-9 no les salen bien los números

EL sudoku accionarial de los dueños de Autopista del Atlántico (Audasa), que pertenece al fondo norteamericano CITI a través de toda una estructura que pivota sobre Luxemburgo, no impide ver como está la situación del grupo concesionario de autopistas. Arecibo Inversiones, matriz de Itínere y propietaria de un 54% de Autopistas del Atántico, perdió más de 100 millones en 2013, tiene una deuda de casi 3.500 millones y acusa las refinanciaciones de varias filiales, que realizó precisamente en los últimos meses del año pasado. Andrés Muntaner Pedrosa, hombre fuerte y silente de Audasa, acaba de cerrar varias emisiones de obligaciones y otros activos, en parte para financiar la ampliación de la AP-9, pero también para sufragar esos vencimientos de deuda emitida. La goma no estira más en Galicia. Y Muntaner lo sabe. Aunque no lo quiera decir.

(Artículo publicado en la edición impresa del 29 de noviembre de 2014)

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