Alberto Riádigos: "Hay parejas que no se animan porque lo ven lejano e inaccesible"

Es uno de los tres jueces que componen el colegio del Tribunal Eclesiástico de Lugo, donde se dirimen los procesos de nulidad en primera instancia. Indica que el proceso ha existido siempre, pero ahora hay más empeño en darlo a conocer y hacerlo más accesible.
Alberto Riádigos
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La cifra de demandas de nulidad se ha cuadriplicado en Lugo a raíz de la reforma del papa Francisco. ¿Cómo lo interpreta?
Sí, hubo un incremento considerable y yo creo que todavía podrían venir más porque considero que hay muchas parejas que están en situación de aprovechar este servicio que la Iglesia ofrece y a lo mejor no se animan sencillamente porque lo ven algo lejano o inaccesible. Sin embargo, si tuvieran esta información o alguien que los animara, muchos lo harían porque yo creo que, en conciencia, para muchas personas es algo importante.

Quizás socialmente existe la percepción de que el trámite es más complicado, pero también de que la Iglesia es reacia a la nulidad y a la disolución de un matrimonio. ¿Ha cambiado algo al respecto?
Lo que se trata es de ayudar a que las personas entren en la verdad. Al principio ya se les explica muy bien que no se trata de buscar la nulidad a toda costa, sino que es un servicio, una ayuda. Si realmente es nulo para qué se va a vivir en una situación que no es, o al revés, si es válido, para qué vamos a decir que es nulo. Se trata de buscar la verdad de las personas y de las parejas y no solo ofrecer el camino de la posible nulidad, porque lo primero que se hace siempre es procurar la reconciliación, ver cómo están las personas y si hay posibilidad de reconciliación. Sucede que normalmente las personas que vienen están en una situación en la que la reconciliación es casi imposible porque o bien ya están viviendo con otras personas, o bien tienen hijos con ellas. Pero puede haber otras en las que haya dificultades en la pareja, que haya una separación, pero que todavía sea posible reconciliarse y la Iglesia ofrece servicios de mediación. No es solo el tema de la nulidad, que también, pero ese es el último cartucho. Cuando las personas están con otras vidas hechas y en conciencia consideran que su matrimonio puede ser nulo y en conciencia quieren volver a casarse por la Iglesia y regularizar su situación, pues bendito sea Dios, se les ofrece esta posibilidad. Pero, repito, no solo eso, sino también se les ofrece terapia de familia y se les orienta en este sentido.

Pero esta actitud de ayudar a las personas a que reorganicen su vida cuando consideran que su matrimonio fue nulo, ¿es algo nuevo que parte del papa Francisco o siempre estuvo ahí pero fue mal entendido socialmente?
Estaba antes, porque los tribunales y las causas de nulidad vienen desde siempre, pero sí que era algo que a pie de calle, quizás porque había pocos divorcios y separaciones, socialmente no se demandaba mucho. Pero ahora como, por desgracia, cada vez hay más problemas de separaciones, de crisis de pareja, es más frecuente que esto pase. Y esto, que ya estaba en la Iglesia pero que a pie de calle no se conocía o había los prejuicios de que era algo muy costoso, muy farragoso o muy lejano, porque el propio proceso era largo, la reforma viene a tratar de simplificarlo en la medida de lo posible y también a darle publicidad para que vaya calando la idea de que esto es algo que está al servicio de todos, que no es solo para tres o cuatro, y que va a ser algo relativamente sencillo y ágil, que no va a ser costoso. Que la gente sepa que la Iglesia les proporciona esta posibilidad, no solo el tema de la nulidad sino otras posibles ayudas que pueda haber en el tema de la terapia familiar o de pareja. Antes quizás no había esta conciencia tan grande.

Bueno, es que la Iglesia siempre tuvo una postura bastante opuesta al divorcio y a la nulidad del matrimonio. La idea imperante era que la gente se mantuvieran en un matrimonio contra viento y marea porque para eso se habían casado.
Sí, quizás se trataba de salvar el matrimonio a toda costa, es cierto, pero el propio Derecho Canónico siempre permitió la separación en determinados casos. Por ejemplo, cuando había problemas de malos tratos en la pareja admitía que la parte se separara. Es cierto que no se incidía en el tema de la posible nulidad y que incluso socialmente no estuviera bien visto.

Estaba muy mal visto, de hecho...
Es cierto que ahora hay un cambio, pero yo diría que no es un cambio en lo sustantivo, porque eso es lo de siempre, pero sí un cambio en las formas. Se pretende hacerlo todo más próximo a la gente, más cercano, sin ir nunca en detrimento de la verdad ni del contenido de la fe, pero haciéndoselo más asequible a las personas y poniendo todas las prioridades que tiene. No se trata de que hay un matrimonio y hay que aguantar contra viento y marea. Quizás hay que aconsejar a esa persona que se separe o que mire por un proceso de nulidad. Digamos que se ve cada caso concreto, se trata de ponerse un poco en el pellejo de esas personas.

Ha dado charlas sobre las perspectivas pastorales de la reforma, ¿con qué fin?
Se pretende informar a los a los sacerdotes, para que conozcan, por ejemplo, los capítulos de nulidad porque ellos son lo que están a pie de calle, conocen los casos y pueden ayudar en esta mediación. El sacerdote puede orientarlos sobre el proceso y luego en el tribunal ya se les encauza debidamente.

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