Absorción del Pastor

LA ABSORCIÓN del Banco Pastor por el Popular no se puede meter en el mismo contenedor que la nacionalización de Novacaixagalicia. No es lo mismo ni es equiparable. La coincidencia temporal es una mala noticia en una valoración de sentimiento de galleguidad. El Pastor es una histórica marca gallega. Pero una decisión de compra-venta entre entidades privadas, y entre accionistas particulares que deciden en función de sus intereses y estrategias, y dentro de la legalidad, no puede ser en un país normalizado objeto de debate político. Puede gustar más o menos, que eso es opinable, pero no en términos de debate político. Tampoco es sostenible, salvo que se viva en una búrbuja, que esta decisión del Pastor con el Popular sea imputable a la política de la Xunta de Galicia. Las normas vienen de otras procedencias. Esta acumulación de malas noticias para la galleguidad debería, para construir futuro, generar un acuerdo por un modelo de país vertebrado y cohesionado en la inversión pública.

ESCUDO Y DESINFORMACIÓN

Las explicaciones del vicepresidente Chaves sobre la incorporación de España al dispositivo militar de escudo antimisiles llegaron tarde y rozaron en algún punto un homenaje a Berlanga. Es evidente que Rota se convierte en objetivo militar. No se puede desdibujar el alcance militar del acuerdo bajo una hipotética bondad económica. Ni se puede negar sus implicaciones internacionales, como lo demuestra la respuesta de Rusia. El Gobierno practicó el secretismo y evidentes formas de desinformación. Cuando no se tiene asumido de forma coherente la implicación como país en la defensa del mundo atlántico, sin recordar la descortesía con una bandera, se recurre al ocultismo y a la prestidigitación argumental a la hora de comunicar decisiones que serían lógicas.

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