Zelaya marcha anunciando que ''volveremos''

La salida de Honduras del ya ex presidente Manuel Zelaya deja como resultado una aparente victoria de quienes lo derrocaron en junio pasado, un movimiento social que no existía antes de esa fecha y un Gobierno, el de Porfirio Lobo, hipotecado por el pasado que hereda.

Tras cuatro meses de encierro en la embajada brasileña en Tegucigalpa, Zelaya ha salido de Honduras sin lograr recuperar el poder, objetivo que le llevó a regresar clandestinamente al país, y dejando atrás a un nuevo presidente, Porfirio Lobo, urgido en pasar la página del golpe de Estado.

Así lo repitió el martes durante su discurso de investidura al mencionar que Honduras acaba de salir de "la peor crisis política de su historia democrática", en alusión a un golpe que deja un balance a primera vista poco negativo para quienes derrocaron a Zelaya.

La cúpula militar salió indemne de los cargos por la expulsión del país de Zelaya -no por deponerlo- que presentó en su contra la Fiscalía con el sobreseimiento el martes por parte del magistrado del caso, Jorge Rivera, presidente de la Corte Suprema, que en estos meses respaldó la legalidad del derrocamiento.

Un Gobierno que nadie reconoció
El presidente de facto nombrado en junio, Roberto Micheletti, se fue con "la frente levantada" tras "culminar con éxito" un Gobierno que no reconoció ni un sólo país en el mundo, pero que le permitirá ser diputado vitalicio, según acordaron sus compañeros del anterior Parlamento antes de acabar la legislatura.

El nuevo Congreso comenzó el martes su andadura con una amnistía para todos los involucrados en el golpe de Estado, criticada por diputados de los partidos mayoritarios por considerar que era una exoneración para Zelaya de los cargos de índole política y hasta común que se le han ido imputando tras el golpe.

Al final, Zelaya tuvo que recibir un salvoconducto para salir de su país amparado por un presidente extranjero, el dominicano Leonel Fernández, y sin decir más palabras antes de partir que un tibio "volveremos".

''Los problemas aún no se han resuelto''
"A primera vista podría parecer que es una victoria de quienes sacaron a Zelaya, pero quedan algunas cosas pendiente porque los problemas que había antes del 28 de junio no se han resuelto", indicó el analista Julio Raudales.

Para el observador, el derrocamiento de Zelaya ha catalizado un movimiento popular organizado que antes no existía y ha dejado encima de la mesa de Lobo "temas importantes" relacionados con la desigualdad del país.

"Yo creo que la gente que sacó a Zelaya definitivamente se salió con la suya, sin embargo lo que fue determinante para que el problema saltara no ha terminado, y ahora Lobo va a tener que responder a sectores sociales", dijo.

Un mandato a espaldas de la comunidad internacional
Lobo comienza el mandato con la práctica totalidad de la comunidad internacional dándole la espalda, como demostró la exigua representación extranjera en una ceremonia de investidura finalizada con un detalle que tampoco pasó desapercibido.

El nuevo presidente pasó revista a las tropas de las Fuerzas Armadas en un jeep, acompañado por el ministro de Defensa de Micheletti y viceministro de Zelaya, Adolfo Sevilla, y el jefe del Estado Mayor, el general Romeo Vásquez, que un día antes había sido sobreseído por la expulsión del presidente derrocado.

"Yo creo que Lobo ha negociado en un montón de cuestiones y se ha generado un entramado de acuerdos que tiene que cumplir, estoy especulando, porque no sé nada concreto, pero lo que es seguro es que lo que se vio es muy extraño", añadió Raudales.

Cesión a las Fuerzas Armadas
Para el ex viceministro de Educación Armando Euceda, "el Gabinete de Lobo es extremadamente frágil" por la inclusión de personas de diferentes ideologías en el Gobierno del político conservador.

Euceda, liberal, como Zelaya y Micheletti, consideró que la de este miércoles "es la estampa de un presidente que fracasó y no supo cómo manejar una agenda que se le marchó de las manos".

Más importante aún, dijo, es que también "evidencia el retroceso que se ha dado al ceder a las Fuerzas Armadas un espacio que le costó 25 años a la clase política, es un retroceso que ahora no se puede calcular".

"Yo creo que a Lobo le puede llevar toda la legislatura poner al país en el mismo punto en que se encontraba antes del golpe. Esto no va a ser borrón y cuenta nueva tan fácil", dijo.

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