Se cumplen dos años de la llegada del Papa Francisco al Vaticano

El argentino Jorge Bergoglio (Buenos Aires, 1936) ha traído "aire fresco" a la Iglesia católica

El Papa Francisco cumple este viernes, 13 de marzo, dos años al frente del pontificado que han estado marcados por su "arrojo", su carácter "reformador", su "impulso evangélico" y sus "denuncias a la cultura del descarte", según destacan los expertos consultados. Así, el profesor del Centro Teológico de Zamora, Emilio José Justo, subraya su "impulso evangélico" y "la reacción del mundo" ante sus gestos.

Según precisa, el Papa traslada el mensaje de la Iglesia "de forma directa, clara y llana" y, a su juicio, lo que está llegando más a la gente son "sus gestos concretos", como los viajes que realiza "pensados desde esa búsqueda de las periferias, de las minorías, de los que más sufren". Sobre las reformas que está llevando a cabo, Justo considera que la Iglesia, en el fondo, "siempre está en reforma" y ha precisado que Francisco "pretende la renovación de las personas" aunque también ha hecho una llamada dentro de la Iglesia a "vivir más unidos a Jesucristo" y a "revisar las estructuras".

Mientras, el profesor de la Universidad de la Santa Croce, Robert A. Gahl, ha destacado como el aspecto más relevante de los dos años de pontificado de Francisco su defensa "de los débiles y los vulnerables".

Dos años son pocos para cambiar una institución de dos siglos de vida, pero con determinación y pequeños gestos se van viendo los cambios que quiere aportar Francisco, aunque no tan rápidamente como se esperaba. La primera gran novedad de este pontificado es que el futuro gobierno de la Iglesia católica no está en manos solamente del Papa, ni tampoco del poder romano, pues desde hace más de un año un grupo de nueve cardenales llegados desde los cinco continentes discuten sobre la reforma de la Curia romana, para que sea más ágil y menos burocrática.

Se esperaba mayor rapidez en estas reformas, pero otro de los puntos que han surgido en estos dos años de pontificado ha sido que a la Iglesia le cuesta ponerse de acuerdo en las cuestiones más relevantes y se muestra dividida. Y Francisco divide. Por ello, el consejo de cardenales, el llamado "C9", aunque partiendo de la base de que la Curia, el gobierno vaticano, necesita una descentralización, no ha conseguido aún ponerse de acuerdo, y también los cardenales se han dividido en el último consistorio de febrero sobre la posible "externalización" de algunas competencias a las iglesias locales.

Francisco no se rinde ante estos primeros escollos y sigue aplicando su teoría de Iglesia universal y colegial como se vio en el último sínodo de los obispos, que ha dejado de ser un mero hemiciclo de debate para convertirse en un lugar donde los prelados llegados de todo el mundo toman y someten al voto las soluciones de los problemas pastorales. El nuevo pontífice ha dejado frases y gestos para la historia y, como señalaba hace poco un alto responsable de la Iglesia gallega, "ha traído aire fresco".

En el día en el que se celebraba su segundo aniversario como Papa, Francisco ha convocado un Año Santo extraordinario que comenzará el próximo diciembre y que estará centrado en uno de sus conceptos más predicados: la misericordia.

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