La princesa Mako de Japón sella su boda civil tras años de polémica

Abandona la familia real nipona y renuncia a una dotación de 1,13 millones de euros para irse a vivir con el plebeyo Kei Komuro
La princesa Mako y Kei Komuro. NICOLAS DATICHE
photo_camera La princesa Mako y Kei Komuro. NICOLAS DATICHE

La hasta ahora princesa Mako de Japón celebró este martes, junto a su esposo Kei Komuro, una rueda de prensa donde hablaron como recién casados del amor que les une y las dificultades en torno al polémico matrimonio.  "Casarnos es la única opción que hemos elegido escuchando a nuestro corazón" afirmó Mako frente a los medios en el Hotel Grand Arc Hotel Hanzomon de Tokio, cercano al Palacio Imperial. 

"Quiero pasar mi vida con Mako y queremos crear un hogar cálido, apoyarnos en los momentos felices y duros", expresó a su vez su antiguo compañero universitario y ahora marido Kei. "Habrá momentos duros, pero como hasta ahora, uniremos fuerzas y avanzaremos juntos", dijo Mako sobre su futuro en común. 

"Estos últimos años, tanto mi madre como yo lo hemos pasado mal, mental y físicamente", confesó Kei en relación a la polémica por una supuesta deuda que su madre habría contraído con un exnovio. 

Ambos aprovecharon para agradecer el apoyo recibido, al mismo tiempo que pidieron disculpas por la polémica sobre una deuda que salpicó el anuncio de la boda años atrás y se ha mantenido hasta ahora. 

Mako, sobrina del emperador Naruhito e hija primogénita del príncipe Akishino (segundo en la línea sucesoria al Trono de Crisantemo) es la primera mujer de la familia imperial en realizar una boda civil en el Japón de posguerra. 

RENUNCIA A 1 MILLÓN DE EUROS. La controversia llevó a que Mako decidiera renunciar a la dotación de 150 millones de yenes (1,13 millones de euros) que reciben las mujeres de la familia imperial que contraen matrimonio y abandonan la institución, y a las mencionadas ceremonias nupciales.

Al casarse con un plebeyo y como estipula la ley que rige la Casa Imperial japonjesa, Mako abandona la familia imperial nipona y pasa a llamarse Mako Komuro. 

Mako ha salido de su palacio de residencia poco después de las 10.00 de la hora local, vestida con un clásico vestido de color azul claro y collar de perlas, y ha sido despedida por sus padres, Fumihito y Kiko, los príncipes herederos Akishino, así como su hermana menor Kako. 

UNA HISTORIA DE AMOR. Mako de Japón dio el sí quiero a su excompañero universitario Kei Komuro, cuatro años después del anuncio de una boda de ensueño tornada en escándalo que ha salpicado la imagen de la familia imperial por una rencilla financiera.

La pareja volvió a verse hace una semana por primera vez en más de tres años, cuando Komuro visitó a los padres de Mako, el príncipe heredero Fumihito y su esposa Kiko, para presentar sus respetos y dar explicaciones sobre la disputa, todavía abierta y que ha sido el escollo del matrimonio.

El joven abogado volvió a Japón el mes pasado desde Estados Unidos, adonde se trasladó en agosto de 2018 para cursar un posgrado de Derecho en la Universidad de Fordham de Nueva York y presentarse al examen para ejercer la abogacía en el país norteamericano.

La marcha de Komuro se produjo medio año después de posponerse su enlace con la princesa, que se justificó por falta de tiempo para los preparativos, y que coincidió en el tiempo con el aireo de una disputa financiera de su madre, Kayo, con su exprometido.

La boda, que inicialmente se había fijado para el 4 de noviembre de 2018, volvió a posponerse en el contexto de la pandemia. Con la escaramuza monetaria aún en el aire y oposición en ciertos sectores sociales, la pareja ha optado por celebrar un enlace civil y dejar de lado los característicos ritos vinculados a las bodas de este postín para reducir al mínimo su exposición pública.

La boda más relevante en la familia imperial en más de una década terminó convirtiéndose en una experiencia desagradable para Mako, que sufre un síndrome de estrés postraumático debido al intenso escrutinio mediático y a las críticas de las que han sido objeto ella y su prometido, según reveló este mes la Agencia Imperial.

"Me sentí verdaderamente feliz cuando él se me declaró a finales de 2013 y acepté en el momento", relató una radiante princesa ante las cámaras a principios de septiembre de 2017, cuando formalizó su compromiso con Komuro, en su primera aparición pública juntos.

La pareja llevaba unos cinco años de relación cuando anunciaron sus planes de boda. Se conocieron en 2012 en una reunión informativa de la Universidad Internacional Cristiana de Tokio, a la que ambos asistían, para estudiantes interesados en programas internacionales.

La complicidad de ambos ante las cámaras alimentó el romanticismo en torno a la pareja, que había estado cultivándose desde que el compromiso se filtrara a la prensa y por las implicaciones para la princesa, que perderá su estatus de miembro de la familia imperial.

Las mujeres de la familia imperial nipona quedan desvinculadas de la institución cuando contraen matrimonio con un hombre que no pertenece al linaje, de acuerdo a la Ley de la Casa Imperial, que también concede de forma exclusiva a los varones los derechos sucesorios al Trono de Crisantemo.

El anuncio del compromiso de Mako y Komuro volvió a poner en el foco mediático el debate sucesorio, pues supone una nueva baja en la familia, en continuo declive debido a la escasez de varones.

La pareja tendría previsto fijar su residencia en Nueva York tras contraer matrimonio para iniciar su nueva vida, ya lejo de los focos mediáticos nipones.

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