Mosul, una cárcel de terror y pobreza tras un año de control yihadista

Los extremistas del Estado Islámico campan a sus anchas por Irak un año después de ocupar la segunda ciudad del país
El EI sigue tomando posiciones pese a la oposición de las alianzas
photo_camera El EI sigue tomando posiciones pese a la oposición de las alianzas

Los extremistas del grupo Estado Islámico (EI) campan a sus anchas por el territorio iraquí un año después de ocupar la segunda ciudad del país, Mosul, donde han impuesto la opresión, la pobreza y el terror entre los civiles. Como una gran cárcel de la que no pueden salir y en la que rige una estricta interpretación de la ley islámica, la ciudad languidece asfixiada bajo el yugo del EI desde el 10 de junio de 2014.

El teniente coronel Riyan al Hayali, testigo de aquellos días previos a la toma de la ciudad, de la que mañana se cumple un año, defiende que las fuerzas especiales que comandaba y la policía local libraron duros combates durante cinco días contra los yihadistas sin recibir refuerzos y tras la retirada de unidades del Ejército. Ante las pérdidas sufridas, huyeron de la urbe cruzando en lanchas el río Tigris, pero antes trasladaron a decenas presos acusados de terrorismo a otras cárceles, explicó a Efe el alto cargo militar, que resultó herido en el campo de batalla.

Desde entonces, la ciudad, capital de la provincia septentrional de Nínive y con unos cuatro millones de habitantes, ha vivido un año repleto de atrocidades, crímenes contra la Humanidad, ejecuciones masivas, desplazamientos de civiles y hambre. A estas penurias se suman los continuos combates en los alrededores entre los extremistas y las tripas iraquíes, ayudadas por la aviación de la coalición internacional, liderada por EEUU, en sus múltiples intentos de expulsar al EI de Irak.

El jeque Mahum Shahwani, de 56 años y nacido en Mosul, asegura que en toda su historia la ciudad "jamás había vivido una crisis similar y con un asedio tan asfixiante", impuesto a todo el mundo y por la fuerza por "los autoproclamados gobernadores de la ciudad". Shahwani denuncia a Efe que Mosul es ahora "caos, tortura y asesinatos indescriptibles", todo ello aplicado a sus habitantes, que sufren asimismo un desempleo generalizado y las altas tasas impuestas por el grupo terrorista.

El EI "oprime a los civiles mosuleños, quienes viven en el dolor y la angustia, mientras los yihadistas comen y visten lujosamente y cobran altos salarios", lamenta. Las mujeres han sido obligadas a cubrirse con el velo integral, mientras que los hombres han sido amenazados con ser castigados con latigazos o, incluso, ejecutados, si no se dejan crecer barba. Además, en la ciudad se ha producido un aumento de los precios de los alimentos y de otros artículos de primera necesidad como el combustible, el gas o las medicinas, a consecuencia del corte por los combates de la única ruta para la entrada de mercancías desde la vecina Siria.

Según los datos del jefe del comité de seguridad de Nínive, Mohamed al Bayati, el EI mató a más de 3.000 ciudadanos de Mosul en diferentes "actos de genocidio y ejecuciones", y sacrificó a personas en plazas publicas para intimidar a la gente. Entre las víctimas de los extremistas hay miembros de las fuerzas de seguridad, excandidatos electorales, funcionarios y miembros del Gobierno de Nínive y periodistas, así como simples civiles acusados de cargos como apostasía o traición. Además, otros 7.500 combatientes yihadistas perecieron en bombardeos de la aviación de la coalición y de las fuerzas aéreas iraquíes contra el EI dentro de la ciudad de Mosul, entre ellos dirigentes árabes y extranjeros de la organización.

Al Bayati explica a Efe que la violencia del EI provocó también el desplazamiento de miles de familias que huyeron de la opresión hacia Bagdad, las provincias del sur o la región autónoma del Kurdistán. Mientras, el analista y escritor Rabie al Yauari califica de "muy crueles" las condiciones de vida tanto de los desplazados como de los ciudadanos de Mosul y asegura que existe un gran sufrimiento entre la población por la dificultad de cubrir sus necesidades básicas. "Han convertido la ciudad en una gran prisión y solo nos dejan salir de Mosul bajo estrictas condiciones. Llevamos una vida de esclavos", declara.

La población tiene "miedo a un futuro que desconoce" y observa un presente lleno de detenciones y asesinatos sin justificación, además de bombardeos indiscriminados de la coalición que provocan perdidas humanas y materiales, agrega a Efe Al Yauari. Los desplazados agotaron asimismo sus ahorros debido a los altos precios en las provincias de asilo, mientras que la mayoría de los funcionarios no han cobrado sus salarios. Los habitantes de Mosul esperan desde hace un año la liberación prometida por las autoridades iraquíes, mientras ven extinguirse esa ilusión ante la violencia y poder de los yihadistas, que tras declarar un califato en el norte de Irak y Siria, siguen expandiendo sus territorios en esos países.

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