Los comicios del 29 no terminan con la crisis abierta en Honduras

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Las escaramuzas en Honduras entre el Gobierno de facto de Roberto Micheletti y el depuesto presidente Manuel Zelaya parecen no haber encontrado punto y final con las elecciones del pasado día 29 de noviembre. El último enfrentamiento tuvo como detonante la condición en que Zelaya sería acogido en México, la de huésped ilustre que exigía el mandatario derrocado o la de asilado político que pedían los golpistas.

En virtud al acuerdo que habría alcanzado Zelaya con el Gobierno azteca de Felipe Calderón, el ex presidente hondureño viajaría en avión el pasado miércoles (hora local) desde Honduras a México. El problema surgió por el salvoconducto que permitiría a Zelaya transitar libremente desde la Embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde se refugia desde el 21 de septiembre, hasta poder tomar el vuelo.

El Ejecutivo de facto de Micheletti, que gobierna Honduras hasta que Porfirio Lobo tome posesión el próximo 27 de enero, confirmó que sólo aceptará que Zelaya abandone el país como asilado político, lo que implicaría la renuncia definitiva a sus deseos de recuperar la presidencia. Por contra, el mandatario derrocado reclamaba que su categoría jurídica en el documento fuese la de huésped ilustre.

Con todo, fuentes oficiales de El Salvador, confirmaron que el avión que habría de transportar a Zelaya junto a miembros de su familia y un asesor aterrizó en la capital de su país tras el fracaso de la gestión para la obtención del salvoconducto. La nave, una Gulfstream de las Fuerzas Aéreas mexicanas, abandonó San Salvador pocas horas después del desembarco.

Reacciones
Desde Mexico, la canciller de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, apuntó que las negociaciones para que Zelaya fuese exiliado habrían empezado hace unos días a petición del propio ex mandatario hondureño, sin que en ningún momento las autoridades mexicanas se hubieran puesto en contacto con el Gobierno de Micheletti. Aún así, el Ejecutivo azteca no cerró la puerta a acoger a Zelaya siempre que haya un documento que acredite su condición.

Por su parte, tanto Micheletti como el presidente electo Porfirio Lobo acusaron al mandatario derrocado de "engaño" por intentar urdir su escapada del país a espaldas de las autoridades hondureñas.

En una línea crítica con lo sucedido se posicionaron los gobiernos de El Salvador, que dijo que el entorpecimiento de la salida de Zelaya sirve para "agravar" la crisis, y de Panamá, que instó a reconocer de inmediato los recientes comicios como única vía de salida.

No obstante, los principales aliados de Zelaya, Venezuela y Brasil, no dudaron en respaldar al presidente depuesto a través de sus cancilleres Nicolás Maduro y Celso Amorim, respectivamente. El mandatario venezolano, que aseguró desconocer la frustrada negociación, insistió en su apoyo "solidario". Por su parte, Amorim calificó la negativa del Ejecutivo de facto hondureño como "inaudita" ya que demuestra "la total marginalidad de ese Gobierno en relación a las normas internacionales".

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