El tribunal de apelación de Burdeos (suroeste francés) validó este martes como pruebas las cerca de 21 horas de grabaciones clandestinas registradas entre finales de 2009 e inicios de 2010 por el exmayordomo de la heredera del grupo de cosméticos L'Oreal, Liliane Bettencourt, informaron este martes sus abogados.
Bertrand Favreau, uno de los letrados de la heredera de L'Oreal, adelantó que tiene la intención de recurrir la decisión judicial ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
El mayordomo Pascal Bonnefoy le entregó las cintas a la hija de la octogenaria multimillonaria, Françoise Bettencourt-Meyers, quien las puso a disposición de la justicia.
La hija de la anciana, enfrentada con su madre al considerar que en su entorno había personas que se aprovechaban de su avanzada edad para beneficiarse de su fortuna, entendía que las grabaciones probaban dichos abusos.
Entre ellos, los del supuesto origen del cisma familiar, el fotógrafo y escritor François-Marie Banier, que recibió de Liliane Bettencourt en torno a 1.000 millones de euros en obras de arte, seguros de vida y dinero en efectivo.
Las grabaciones del mayordomo hicieron también que la disputa familiar, que había hecho que Françoise Bettencourt-Meyers intentase que un tribunal declarase a su madre bajo tutela judicial, desembocara en un escándalo con ramificaciones político-financieras que salpicaron al entonces ministro de Presupuesto, Eric Woerth, y a la propia Liliane Bettencourt, por evasión fiscal.
En una audiencia a puerta cerrada celebrada el 6 de junio, los abogados de la madre argumentaron que la justicia debía anular las grabaciones porque atentaban contra la vida privada.
Por su parte, Olivier Metzner, letrado de Françoise Bettencourt-Meyers, solicitó también la invalidez de las cintas apoyándose en un error jurídico.
La validación de las cintas por parte del tribunal supone que los jueces de instrucción podrán continuar con sus pesquisas, que conciernen a media docena de investigaciones.
La decisión de los magistrados se produce después de que madre e hija volvieran a protagonizar un desencuentro a través de los medios de comunicación, meses después de su supuesta reconciliación, esta vez al entender que existía un conflicto de intereses con Pascal Wilhem, actual gestor de los bienes de la anciana, cuya fortuna se estima en unos 17.000 millones de euros.