La Conferencia de París busca impulso financiero para el futuro estado palestino

Acostumbrado la que las grandes reuniones internacionales acaben con sonoros fracasos o, en el mejor de los casos, con tibios acuerdos de mínimos, sorprende una cumbre que tenga el éxito asegurado de antemano. Ese parece ser el destino de la Conferencia de París, una reunión internacional de donantes que deben dar visto bueno a una ayuda de más  de 3.800 millones de euros para la Autoridad Nacional Palestina. En resumen, un puente de plata -y dólares- al futuro estado palestino.

La Unión Europea, que jugó históricamente un papel a de cierto contrapeso a Estados Unidos a la hora de ayudar económicamente a la ANP, se mostró muy voluntariosa con este proyecto. España, por ejemplo, compromete 240 millones de euros para colaborar en la construcción del futuro estado. De ellos, 60 serán de ayuda directa al presupuesto palestino.

Las donaciones juegan con ambivalencia. Cierto es que se pretende financiar al futuro estado palestino y a sus planes de reforma y desarrollo, pero sobre todo, se trata de dotar de respaldo internacional a Abbas y a su primero ministro Salam Fayyad y, de paso, inyectar de una humillante dosis de aislamiento occidental a Hamas.

Fayyad, antiguo ejecutivo del Banco Mundial y del FMI, quiere presentarse ante los donantes como un solvente gestor. Desde que Abbas relevó al gabinete de Hamas, el nuevo primero ministro se empleó a fondo en aplicar reformas e inyectar más transparencia en el seno de la ANP. Una 'glasnost' a la palestina.

En este medio año se centralizó el gasto “público” (todo lo público que puede ser en una administración sin estado), se puso fin al pago en metálico del salario de miembros de las fuerzas de seguridad -lo que daba lugar la todo tipo de corruptelas- y se suprimieron 40.000 puestos de funcionarios. 

Levantar las restricciones de Israel y dejar fuera a Hamas
Todo esto debería ser una garantía para Occidente, pero para que la ayuda masiva sea eficaz sería necesaria una “relajación” de Israel. De poco servirá la lluvia de dólares si perduran las drásticas restricciones en los territorios. “[La Conferencia de] París y los planes que presentamos ofrecen la visión de Estado que queremos, pero nada de esto será posible sin otra visión igualmente responsable de nuestros vecinos”, quería profetizar Sayyad el pasado sábado.

Sería una ingenuidad pensar que la ayuda económica puede sustituir a la solución política. Un informe del propio Banco Mundial estima que el plan de Fayyad no relanzará la economía de los territorios si el estado hebreo no levanta sus obstáculos sobre una economía con una recesión crónica del 2% anual. En cambio, este mismo informe prevé una tasa de crecimiento del 10% si se eliminasen las restricciones.

Fayyad afirma no tener ninguna garantía de Israel para levantar las restricciones económicas y militares en Cisjordania, al tiempo que se lamenta con la boca pequeña de que la Comunidad Internacional no ejerza presión para que “la ayuda internacional de París no se convierta en humo”.

El Plan “Fayyad” se ocupa también de la banda de Gaza, pero su aplicación dependerá de la buena voluntad de Hamas, que controla con mano de hierro este territorio desde hace más de medio año. La Conferencia de París prevé distintos mecanismos para que Hamas no consiga financiación a Hamas, mientras Abbas espera que el Plan restaure su autoridad sobre el conjunto de Territorios palestinos.

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