Isabel II estrecha la mano de un Sinn Fein en un acto multitudinario

La reina Isabel II de Inglaterra finalizó su histórica visita a Irlanda, la primera de un monarca británico a este país desde su independencia del Reino Unido, dándose un baño de multitudes y estrechando la mano de un alcalde del Sinn Fein.

El gesto con el edil del Sinn Fein -antiguo brazo político del inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA)- sorprendió al propio partido, que se había opuesto al viaje en estos momentos.

Isabel II visitó las ruinas de un castillo medieval conocido como la Roca de Cashel y la Roca de San Patricio, en la localidad de Cashel, en el condado de Tipperary, cuando se produjeron estos hechos.

"Solo le estreché la mano. Le dije 'bienvenida a Cashel Su Majestad y espero que disfrute su visita', eso fue todo, ni más ni menos", declaró después el alcalde republicano Michael Browne, el primer dirigente del Sinn Fein que saluda a un monarca británico.

Aunque esta formación no se opone a la presencia de la reina en Irlanda y apoya el proceso de paz en la isla, los republicanos creen que aún es demasiado pronto para dar la bienvenida al considerar que la visita es "prematura e insensible".

Una portavoz del Sinn Fein en Tipperary afirmó que ésa sigue siendo la posición del partido, al tiempo que se declaró, en nombre de sus compañeros, "sorprendida" por la actitud del alcalde, sobre todo, añadió, después de que el propio Browne firmase recientemente un texto rechazando la visita al citado castillo.

La segunda imagen del día sucedió cuando, a pesar de las fortísimas medidas de seguridad, la reina pudo hacer algo que le había sido imposible hasta ahora, caminar por una calle irlandesa y acercarse a las decenas de personas que la esperaban tras las vallas y decenas de policías.

Ocurrió en la localidad sureña de Cork, después de visitar el famoso Mercado Inglés, uno de los más antiguos del mundo, cuya actividad se remonta a 1788.

Aunque no estaba anunciado, Isabel II y su esposo salieron a pie del mercado para acercarse a la multitud e intercambiar saludos con algunos de los presentes.

Se estima que unas 30.000 corkianos se echaron a las calles para tratar de ver a la reina, lo que da idea de la popularidad de la visita y certifica la autenticidad de los mensajes de reconciliación que se han enviado durante estos días.

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