Un vermú a medio gas

Primer fin de semana de reapertura de la hostelería, con muchos locales cerrados y con una restricción de aforos que hacía difícil encontrar mesa libre. El sector pide que se amplíe el horario
Un camarero en un local abierto y establecimientos cerrados este domingo al mediodía en Augas Férreas. BRAIS LÓPEZ HORTAS-VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Un camarero en un local abierto y establecimientos cerrados este domingo al mediodía en Augas Férreas. BRAIS LÓPEZ HORTAS-VICTORIA RODRÍGUEZ

Tras superar un mes de duras restricciones, sin poder desarrollar su actividad habitual, los bares y restaurantes de la capital reabrieron el pasado viernes con unas medidas que no acaban de convencer ni a hosteleros ni a clientes. De hecho, muchos establecimientos optaron por permanecer cerrados, convencidos de que "no compensa" retomar una normalidad marcada por un horario y por un aforo incompatible con sus servicios. 

Tanto en el casco histórico, como en el barrio de A Milagrosa o en Fontiñas, algunos locales renunciaron a la hora del vermú y no abrieron sus puertas durante el fin de semana. E incluso hubo zonas, como Augas Férreas, donde la hostelería cerró al completo y la imagen de la calle distaba poco de la estampa que ofreció durante el confinamiento. 

Y es que bajar la verja a las cinco de la tarde no da margen. Además, los hosteleros ven injusto y incomprensible que las medidas restrictivas se hayan impuesto de forma general, sin tener en cuenta las peculiaridades de cada local. Según explican, meter a todos los establecimientos en el mismo saco demuestra un claro desconocimiento de cómo funciona el sector, ya que no afectan del mismo modo a un bar que se dedica a servir desayunos que a un restaurante con servicio de cena. 

Los hosteleros se ajustaron a las normas y los clientes volvieron a los bares más concienciados y utilizando más tiempo la mascarilla

Con estas limitaciones, la hostelería lucense abrió sus puertas a medio gas —y en un fin de semana marcado por el frío y la lluvia—, pero la clientela no falló. Aunque no abrieron todos los que son, los que retomaron su actividad llenaron sus mesas y se quedaron pequeños para atender la demanda. De hecho, los estrictos aforos, junto con la prohibición de permanecer más de cuatro personas en una mesa, hacían complicado en algunas zonas encontrar un sitio para tomar algo a la hora del vermú. 

El objetivo de hacerse un hueco era complicado, por lo que, una vez conseguido, moverse no era una opción. Sin embargo, a pesar del ansia por retomar un rato de ocio alrededor de una tapa, tanto hosteleros como clientes aseguraban este domingo que los lucenses volvieron a los bares más concienciados que antes y sin relajar las medidas de seguridad.

A punto de cerrar sus puertas, a las cinco en punto, la percepción general era, por un lado, que camareros y propietarios habían controlado los aforos y las demás medidas sin permitir excepciones, y por otro, que prácticamente todos los clientes habían permanecido más tiempo con la mascarilla puesta y únicamente la desplazaban en el momento preciso de consumir. 

Aun así, los hosteleros afirman que las restricciones apenas les permiten cubrir gastos y temen que muchos locales acaben cerrando de forma definitiva.

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