Vecinos de la Ronda da Muralla llevan un año pidiendo el desalojo de okupas

Denuncian el estado de «absoluto abandono» del edificio, con maleza en el bajo y desprendimiento de losas del tejado ►Los inquilinos ilegales ni siquiera residen allí normalemente, pero tienen cerrado el inmueble y acuden regularmente a guardar cosas

LUGO. Lo que sucede con el número 37 de la Ronda muestra una nueva cara de la ocupación: un edificio "secuestrado" por gente que no vive en él. Los vecinos del 36 interior llevan más de un año denunciando el estado de «absoluto abandono» en el que se encuentra, con maleza en su bajo y desprendimiento de losas en el tejado. En julio de 2017 comunicaron a la Delegación de Medio Ambiente, al Concello y al propietario los hechos sin que se haya intervenido todavía.

«El dueño [un promotor] dice que no puede hacer nada hasta que no esté desalojado. Ya no vive nadie en él, pero viene regularmente una chica», explica Carlos Rico, presidente de la comunidad del 36 interior. Esa mujer, según él y otros residentes, vivió en el 37 con más gente durante un tiempo, pero acabaron yéndose. Sin embargo, no "renunciaron a sus derechos" sobre la casa, por decirlo de alguna manera, ya que colocaron una cadena con candado en la puerta para acceder cuando lo desearan sin que nadie más pudiese entrar.

«Viene al menos una vez al mes, normalmente por la noche, a dejar cosas», explica el secretario de la comunidad, Manuel Capón, mientras que Josefa Rico asegura que la vio por última vez hace unos meses. Ella es la más afectada porque tiene en el bajo del 36 su tienda de material de pintura y es a la que más problemas da el vergel que crece en el bajo del 37. Aunque normalmente solía tener alguna de las pequeñas ventanas del sótano abierta, para ventilar una estancia que usa de almacén, ha tenido que cerrarla para que no entren «ni ratas ni bichos». Los vecinos alertan del peligro de incendio que presenta la maleza tan crecida y la posibilidad de un desplome del tejado.

La cubierta del 37 ha perdido losas que han ido a parar al tejado del 36. Ahora los vecinos tienen miedo de que estas caigan a la calle, dañen a alguien y se les atribuya ese daño, razón por la que han comunicado a la Policía esa circunstancia.

Otro de los problemas que les da el estado del inmueble se refiere al bajante de la traída de agua, un canalón que recorre la fachada y que está roto en su parte superior. «Cuando llueve cae a chorro a la calle y entra en la tienda. Además, está agrietando la fachada y nadie hace nada», denuncia Josefina.

COBRE. La propietaria de la tienda del bajo asegura que parte de la instalación de fontanería de la casa ocupada fue vendida. Era de cobre y los residentes vieron en ella una forma de sacarse dinero. «Se lo dijo la propia chica a la Policía, que habían vendido una parte y les habían pagado 45 euros», explica.

Sin embargo, continuaron usando el agua de la traída y Josefina cree que eso pudo propiciar los problemas en el bajante, que todavía siguen dañando la fachada del 36 al verter agua de forma constante.

Los vecinos insisten en que es necesario que se hagan obras en el edificio porque la falta de mantenimiento puede propiciar una serie de peligros, desde un posible incendio o derrumbe del tejado hasta la proliferación de ratas o insectos dado que la maleza ya está muy crecida.

Mientras que los arbustos tienen una altura equivalente al bajo, hay varias plantas trepadoras que ya están llegando al tercer piso por uno de los laterales del inmueble.

Comentarios