"Vas al hospital con miedo, pero vas"

Un reciente estudio de la Aecc reveló que más del 34% de las personas con cáncer han sufrido ansiedad y depresión durante el confinamiento
María Eugenia Ravinet. EP
photo_camera María Eugenia Ravinet. EP

El coronavirus ha tenido, y tiene, en vilo a media humanidad. A los pacientes con cáncer les ha sumado una nueva capa de preocupación a la que ya tenían. Tres de ellos cuentan sus experiencias.

"El primer día que fui al Hula no me atrevía a sentarme"
"La primera vez que tuve que ir al Hula durante la pandemia casi me muero del susto. Recuerdo que durante todo el tiempo que estuve esperando para la analítica, los resultados y a que trajeran el tratamiento al hospital de día no me atreví a sentarme, estuve de pie varias horas", cuenta María Eugenia Ravinet, a la que diagnosticaron de cáncer ovárico en septiembre del año pasado y que empezó el tratamiento de quimioterapia en diciembre. Finalmente, en toda esa primera jornada, solo se sentó cuando le administraban el tratamiento.

La segunda vez, recordando la anterior, se llevó una toalla. "Me senté en la toalla todo el día, teniendo cuidado de colocar siempre el mismo lado hacia el asiento" —explica— "la gente me miraba como si estuviera loca pero a mí me tranquilizaba hacerlo".

Cuando los oncólogos dicen que pacientes como los que ellos ven, inmunodeprimidos por los tratamientos, son los más precavidos y los mejor formados en medidas para prevenir infecciones no exageran. "Yo tenía mascarillas ya en enero, no por el coronavirus sino por la gripe y otras enfermedades. Entonces las usaba poco. Por eso cuando sucedió esto y, aunque al principio había escasez de mascarillas, yo tenía, porque las tenía de antes", cuenta. Usaba sus mascarillas quirúrgicas para ir al hospital, que era su única salida y se lavaba frenéticamente las manos con gel hidroalcohólico. Ahora usa FFP2 y sigue extremando las medidas de higiene y saliendo poco. Dice que toda su familia la sigue en ellas. "Al entrar en casa nos quitamos la ropa que llevamos y nos damos una ducha. Si sales cinco veces, te duchas cinco veces ", explica. Es su marido quien hace la compra y María Eugenia sale exclusivamente a sus visitas médicas y a pasear desde que lo permitieron, Dice que ahora lleva mejor esta situación.

Algunos de los pacientes comenzaron a hacerse las analíticas previas a los tratamientos en los centros de salud por precaución

"Resulta duro pasar el confinamiento sola"
Isabel Botana es de Coristanco y vino a vivir a Lugo con su pareja en abril de 2018. En octubre le diagnosticaron un cáncer de ovario y, desde entonces, recibe quimioterapia. En este momento tiene tratamiento una vez a la semana de cada tres. Poco antes de que comenzara el estado de alarma se trasladó a su casa de Coristanco para aislarse en el confinamiento. "Mi pareja reparte el pan para los supermercados Eroski y trata a diario con mucha gente, está muy expuesto, así que decidí quedarme aquí. La verdad es que resulta muy duro pasar esto sola", reconoce.

Hasta hace solo unos días Isabel no salía de casa en absoluto, salvo para ir al hospital, a donde la llevaba uno de sus hijos en coche. "He pasado muchísimo miedo. He ido al Hula con dos mascarillas, desinfectándolo todo y apartándome de la gente. Es cierto que los oncólogos te lo ponen todo muy crudo para te conciencies. Al fin y al cabo el hospital es un foco de infección. Vas con miedo, pero vas. No se puede dejar de ir", explica.

Algunos de sus hábitos en torno al tratamiento tuvieron que cambiar. "Me recomendaron que me hiciera la analítica en el centro de salud y no en el Hula. Así tenía que pasar menos tiempo en el hospital. También dejan separaciones entre los sillones donde recibimos tratamiento para mantener la distancia ", explica.

Lo peor para ella, y en eso coincide con muchos otros pacientes, ha sido la parte psicológica. El largo tiempo sola no ha ayudado. "A veces me daba por pensar que quizás me quedase poco tiempo y que no podía estar con la gente que quiero, con mis hijos y mi pareja. Yo tenía depresión y, durante el confinamiento, se me ha agravado ", admite.

El hospital del día de Oncohematología controló el aforo de la sala de tratamientos y la distancia entre pacientes

A sus hijos los veía cuando le llevaban la compra o la acompañaban al hospital. A su pareja la vio la última vez en el aparcamiento del Hula, a donde acudió para saludarla en persona. "Manteniendo la distancia, claro", matiza. Las noticias, el dolor de muchas familias que han perdido a sus seres queridos le pesaban. "Dejé el Facebook y la televisión. Cuando estás sola te da mucho tiempo a pensar muchas cosas", dice.

Pese al temor y la preocupación, reconoce que en los últimos días se encuentra mejor. Los días que hace buen tiempo da un paseo por la playa, un lujo tras meses encerrada en casa y un motivo para subir el ánimo.

"Tuve un ingreso. No pasé miedo pero sí sentí respeto"
José Antonio Vila tiene un mieloma desde hace más de nueve años. Ha sufrido dos trasplantes de médula que no salieron como hubiera querido y ahora es candidato a entrar en un ensayo clínico para un nuevo tratamiento que le administrarán en el hospital de Salamanca. Quizás por su veteranía como paciente oncológico, por su constante relación con el sistema sanitario, obligado por las circunstancias, o por su carácter tranquilo no ha tenido miedo a ir al hospital durante la pandemia, algo que ha ocurrido varias veces. "Soy un paciente sin miedo. Sé cómo funciona Hematología y confío en ellos", dice.

Como su mujer está enferma es él quien ha hecho la compra esta temporada. "Salgo con mi mascarilla, mis guantes y mi botecito de gel. Soy muy cuidadoso y no me acerco a la gente", reconoce.

El aislamiento es especialmente complicado para pacientes que son más susceptibles a las infecciones, como estos

Lo es, dice, cuando va al hospital a recibir tratamiento —hasta ahora una vez por semana— y también cuando sale a la calle para cualquier cosa. "Desde la fase II, si me siento en una terraza y veo que no se cumplen las normas, que el camarero no lleva la mascarilla... pago el café y me voy sin tomármelo", reconoce.

Tuvo una infección y fue precisa su hospitalización en el Hula durante el estado de alarma. Admite que la primera noche tuvo "no miedo, pero sí respeto". "Esa noche no me ingresaron en Hematología porque no había sitio, cuando me cambiaron ya me quedé tranquilo", dice.

La semana pasada salió de la provincia y de la comunidad para hacerse una batería de pruebas en el hospital de Salamanca y está listo para ingresar durante once días próximamente y recibir el nuevo tratamiento, que encara con ánimo. "Me van a hacer antes la prueba del coronavirus. Ya me hicieron una y di negativo", explica.

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