Una urbanita en la aldea

Criada en la ciudad, activista y política de raza, eligió Adai como su casa y ahora tiene al rural como causa
                      Branca Rodríguez Pazos.
photo_camera Branca Rodríguez Pazos. VICTORIA RODRÍGUEZ

Difícil sería encontrar en Lugo a alguien tan urbanita como Branca Rodríguez Pazos, mujer que desborda energía, que pisa calle y que raramente falta a una cita cultural o a un evento de peso. Y sin embargo, esta lucense avanzada en el empoderamiento femenino dice que su lugar es la aldea.

Nació al pie de la puerta de A Estación, en la calle Castelao, y allí se forjó la identidad de esa mujer de carácter que, con simpatía y mucha elegancia, sí, pero también con todo su tesón e inteligencia, fue decisiva en el crecimiento del BNG como opción política en Lugo y también en el devenir de la ciudad.

Pero siendo urbanita, activa, inquieta por todo, ella decidió irse a vivir al rural. Eligió Adai como destino y allí vive, asomada al río, desde hace 36 años.

Y la aldea es ahora su casa, pero parece que también su causa. Desde sus ventanas ve gran parte de lo que identifica a Lugo, como el verde y el río, presume. Y, con un lamento, observa también el decaimiento de ese mundo.

Clama por la falta de servicios. "Aínda me puxeron este ano a auga da traída, que ata agora tiven pozo", cuenta, a la vez que relata el lastre que es para los vecinos no tener transporte público pese a estar a un paso de Lugo o sufrir un internet que con frecuencia falla.

Todo son dificultades para la vida en la aldea y la gente se va y abandona los trabajos agrarios, se lamenta Rodríguez Pazos, que cuenta que en sus paseos diarios por el campo con frecuencia no se cruza con nadie en el camino.

Pero, desde un escenario que ella considera indispensable para entender Lugo, Branca Rodríguez Pazos se niega a ver morir sin más ese mundo y, como la activista que es, reivindica la posibilidad de que la gente pueda trabajar en la aldea y urge a que también allí llegue la vida cultural. Y todo eso, advierte, hay que hacerlo hablando con la gente, no diseñando programas al tun tun, sin antes escuchar.

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