"El voluntariado te da grandes satisfacciones y grandes disgustos"

Una treintena de personas sin techo duermen en las calles de Lugo

Cada vez son más jóvenes, tienen estudios y a veces experiencia laboral. Falta de recursos y rupturas familiares les llevan a la indigencia
Patricia Castiñeiras es responsable del programa Sen Teito de Cruz Roja en Lugo
photo_camera Patricia Castiñeiras es responsable del programa Sen Teito de Cruz Roja en Lugo

Las fiestas navideñas suelen propiciar gestos de fraternidad, aunque muchas veces sean efímeros, y estos días es más habitual reparar, al menos de pensamiento, en las personas que no tienen un hogar, ni en estas fechas ni en el resto del año. También algunos políticos locales han puesto esta semana el foco en los sin techo, con llamamientos a las autoridades y a los ciudadanos a actuar para tratar de corregir la situación de esas personas y con alertas sobre la posibilidad de que la atención a los transeúntes se pusiera en riesgo debido al descanso de trabajadores municipales. 

¿Pero, cuántas personas sin hogar hay en Lugo? Pues depende de cómo se contabilicen. Si se atiende exclusivamente a las que duermen en la calle -incluye cajeros, soportales o casas abandonadas-, en este momento son una treintena, según Cruz Roja, que es la entidad que centraliza la atención a este colectivo. Dispone de un centro de atención continuada, una especie de centro de día, en la Avenida de Madrid, y lleva a cabo su labor en coordinación con diversas entidades. Cáritas -especialmente las parroquiales-, los trabajadores sociales del Concello y la asociación de ayuda a enfermos mentales Alume son algunas.

Sin embargo, para Cruz Roja la definición de sin hogar es más amplia e incluye a aquellas personas que tienen una residencia (una habitación en una pensión, en un piso compartido...), pero no de forma muy estable porque la mantienen con lo que sacan de pedir o con prestaciones sociales que llegado un momento se acaban o les resultan insuficientes para costear un techo durante todo el mes. "Les falta seguridad en la vivienda y habilidades y capacidades para mantenerla", explica Patricia Castiñeiras, educadora social y responsable del programa Sen Teito de Cruz Roja, que cuenta con un segundo educador, Emilio Pérez, y con varios voluntarios.

Patricia Castiñeiras, Educadora social 

Antes eran hombres de entre 35 y 50 años que llevaban años en la calle, ahora son jóvenes que se han quedado sin red

Si se suman los dos grupos, en este momento son unas 260 o 270 las personas que pueden considerarse sin hogar y a las que Cruz Roja ha echado una mano a lo largo del año. "Hasta octubre fueron 234 los usuarios atendidos, y con usuarios nos referimos a las personas que han acudido al centro a recibir alguna de las ayudas que prestamos, como desayunos, duchas y lavandería, que es lo más solicitado, además de información", explica la educadora. 


Castiñeiras considera alta la cifra para el tamaño y el tipo de ciudad que es Lugo y ve con preocupación el aumento que se ha producido en el último año, con 134 nuevos usuarios, y el cambio de perfil. "La mayoría siguen siendo varones, pero antes la edad habitual era entre 35 y 50 años, eran personas sin estudios y sin ninguna red de apoyo, que generalmente llevaban mucho tiempo en la calle. Ahora cada vez hay más jóvenes, muchos con estudios, incluso universitarios. Proceden de familias desestructuradas o a las que las crisis ha sumido en muchos problemas, que a veces pagan los hijos. Muchas veces el paro lleva a una mayor conflictividad en el hogar, a que los hijos a lo mejor no estén tan vigilados y entren en situaciones conflictivas, y acaban produciéndose rupturas familiares y los chicos se ven de repente que no tienen de quién tirar", explica Castiñeiras. La franja de edad de los nuevos sin techo está entre los 18 y los 38 años. 

Ruina empresarial, ruptura sentimental, pérdida de un ser querido, desempleo o enfermedad suelen ser otros factores de vulnerabilidad que acaban conduciendo a la calle. Lo habitual es que haya más de uno.

MÁS RECEPTIVIDAD. La parte positiva es que con los usuarios de este nuevo perfil, menos cronificado, es más fácil conseguir resultados, ya que no llevan tanto tiempo en la calle y no han perdido todavía las habilidades sociales, aunque conseguir su vuelta a la normalidad es un camino largo, lento y que no siempre se consigue, aunque cualquier mejora es un paso. 

Cruz Roja ofrece en su centro de acogida desde la cobertura de las necesidades más básicas hasta un plan de reinserción personalizado a quien esté dispuesto a llevarlo a cabo. De lunes a viernes, de nueve a once de la mañana, las personas sin hogar pueden desayunar y lavar y secar la ropa y hasta las dos de la tarde pueden ducharse. En el punto de atención, dos educadores ayudan a los usuarios en lo que necesitan, en la medida de las posibilidades: les ayudan a gestionar la pernoctación en el albergue municipal, a gestionar y a tramitar documentación y tarjeta sanitaria (Cruz Roja cubre los gastos, si hace falta, al igual que los de medicación y, en algunos caos, también pensiones), facilitan vales para el comedor y el ropero de Cáritas (si están empadronados deben ir a las parroquias), les entregan kits de higiene si lo desean y, sobre todo, les informan, asesoran y acompañan en los pasos necesarios para la reinserción económica y social. Aunque esto depende mucho de la voluntad.

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