Julio Torneiro López, un vendedor de formalidad

Este empresario baleirés, un hombre discreto que ha estado alejado de los focos mediáticos, repasa, ya jubilado, su más de medio de siglo de vida profesional
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photo_camera Julio Torneiro, en la sede de su empresa en O Ceao. VICTORIA RODRÍGUEZ

A SUS 75 AÑOS recurre al acervo popular para resumir con un sencillo "por esas cousas da vida" cómo una casualidad, la comercialización de discos abrasivos, le abrió las puertas en los años 60 para empezar a poner los cimientos del que sería su conglomerado empresarial. El grupo Torneiro, que se dedica a la venta y alquiler de maquinaria industrial y de obras, está constituido por tres firmas que dan empleo a 84 personas y que cuentan con ocho naves, distribuidas por los polígonos industriales de O Ceao (Lugo), Matela (Outeiro de Rei) y Bergondo (A Coruña).

Este vivo ejemplo de un empresario hecho a sí mismo vino al mundo en el verano de 1944 en O Castro, una aldea de la parroquia baleiresa de Cubilledo, que entonces tenía once casas habitadas y hoy solo tres, fiel reflejo de la desertización a la que está abocado el rural. Era el benjamín de siete hermanos. La producción agroforestal era el medio de vida de su familia. En su vivienda acogían al párroco. "Rezábamos el rosario en casa todas las noches antes de ir a la cama", recuerda.

Ese fervor religioso llevó a su madre a proponerle que se ordenase sacerdote. Su padre no compartía ese proyecto vital para el menor de sus hijos y el interesado tampoco. En aquellos tiempos la tradición no escrita establecía que el primogénito se quedase a cuidar de la casa y que si la familia tenía posibilidades económicas educase a alguno de sus otros hijos para enfundarse la sotana.

Julio Torneiro, que en su infancia fue aprendiendo de escuela en escuela en su Baleira natal, optó por desplazarse a la capital de la provincia para completar su formación. "Entonces no sabía a que quería dedicarme", afirma este empresario, que recuerda que empleaba casi una hora para desplazarse a pie desde su aldea hasta la parada en donde se montaba al autocar que lo trasladaba a Lugo.

En la ciudad acudía a diario a una academia y en sus ratos libres le echaba una mano a su tío, con quien convivía, en la agencia de paquetería que este tenía en la Rúa Concepción Arenal.

PRIMEROS PASOS. Surgió entonces la casualidad que lo encaminaría a la actividad profesional a la que se ha dedicado durante más de medio siglo. En el mismo edificio que sus tíos residía un agente comercial que se dedicaba a la venta de artículos de hierro para construcción —los de aluminio todavía balbuceaban—. Su proveedora era una fábrica barcelonesa. Y además recibía la mercancía en el almacén de su familiar.

Esa afinidad animó a Julio Torneiro a proponerle al agente comercial si podía ayudarle, a lo que este accedió. Dio sus primeros pasos, con acierto, vendiendo discos abrasivos —predecesores del diamante—, que se utilizaban para cortar ventanas, puertas...

POR TODA GALICIA. Tras cumplir la mili, la fábrica catalana le ofreció ser su agente comercial. Adquirió un utilitario de segunda mano, un Seat 600, con el aval de sus padres. Cargaba a primera hora de la mañana su maletero con los discos abrasivos, de diversos tamaños, cogía carretera y manta y no regresaba hasta la noche hasta que hubiese vendido toda la mercancía. Con este turismo histórico recorría las cuatro provincias gallegas. Recuerda su esposa que incluso a la noche, cuando acababa de llegar, se volvía a montar en el coche con ella y su primogénita, que iba en un capazo, para desplazarse, por ejemplo, a A Fonsagrada a cobrar a un cliente. "Siempre fui una persona trabajadora y formal", dice.

El paso siguiente ya fue contar con una tienda propia. Su primera ubicación fue en un pequeño bajo de la Rúa García Abad y después en otro de la Avenida da Coruña, que estaba próximo a esa calle. A su catálogo de artículos añadía rebarbardoras y máquinas para soldar y ya incorporaba a los primeros empleados. En los años 70 nacía Comercial Torneiro, germen de su grupo empresarial.

"Fui muy cumplidor, pero también exigente. En mi vida nunca devolví ninguna letra, ni ningún pago a proveedores. Fue lo que más me valió para seguir creciendo", asegura Julio Torneiro, que comenzó entonces a asistir a ferias del sector en Barcelona o Zaragoza y a visitar fábricas de proveedores en Alemania e Italia.

La empresa comenzó a coger cuerpo cuando abrió en 1984 su gran tienda en la Avenida da Coruña, al lado de la gasolinera San Rafael. Tenía unos 2.000 metros cuadrados de superficie. Ya contaba con siete u ocho empleados. Los que le rodeaban no las tenían todas consigo con esta inversión. "Fue un riesgo, pero yo quería crecer. Fui bastante lanzado, pero con mucha seguridad", reconoce.

EL GRAN AVANCE. Entre finales de los 80 y principios de los 90 daba otro paso de gigante. Se convierte en uno de los primeros empresarios en Galicia que ofrece en alquiler maquinaria industrial y de obras (hormigoneras manuales, taladros eléctricos...).

Curiosamente, aunque el alquiler es el método que ha contribuido a disparar su negocio —supone el 60% de la facturación—, Julio Torneiro apostó siempre por la compra para incrementar sus activos empresariales. Tanto el local de Avenida da Coruña como todas las naves industriales, desde la primera que puso en funcionamiento en el polígono de O Ceao en 1992, son propiedad del grupo.

Ese irrefrenable proceso de expansión llevó a este patrono baleirés a crear en 2004 una filial en A Coruña, que se sumaba así a las dos con que contaba en Lugo.

Hace dos años que Julio Torneiro se jubiló, pero sigue acudiendo con frecuencia a la sede de O Ceao, dada su condición de socio, porque todavía tiene el gusanillo en el cuerpo. "Siempre tuve mucha confianza en mÍ", precisa.

Al frente de una empresa familiar
Seña de identidad. Julio Torneiro sostiene que su solvencia fue uno de los principales factores que facilitó el crecimiento de su empresa.

Aguantar carros y carretas. Un hito en los más de 40 años de historia de la firma lucense fue la apertura en 1984 de su tienda de la Avenida da Coruña. Julio Torneiro recuerda que dio ese gran paso pese a las reticencias de su entorno debido a la fuerte inversión que suponía.

Segunda generación. No es casual que este grupo tenga tres filiales. El patrono baleirés las creó con el fin de que las dirigiesen cada uno de sus tres hijos. Lorena, Iria y Julio Torneiro están ahora al frente de cada una de ellas.