Un concurrido San Froilán logró enterrar la polémica de las casetas del pulpo

La alcaldesa cree que se cumplió la previsión de 600.000 visitantes, aunque los feriantes hacen un balance algo más contenido
Gente en la Rúa Nova
photo_camera Gente en la Rúa Nova

El San Froilán se despidió este miércoles, después de una edición concurrida y tranquila, lejos de lo que parecían presagiar sus jornadas previas. La polémica de las casetas del pulpo -todo ese ir y venir de dudas que trajo consigo la entrada de Javier Irimia en un concurso en el que siempre participaban los mismos- se acabó diluyendo y no acabó afectando a la afluencia.

La alcaldesa destacó su confianza en que se hayan alcanzado sus optimistas previsiones iniciales: 600.000 visitantes en siete días de fiestas. Los que trabajan en las patronales, feriantes y hosteleros, hicieron sin embargo un balance más contenido. Algunos de ellos creen que, efectivamente, "unos días se compensan con otros", como dice Evaristo Galiano, de la Churrería Galiano, de forma que sigue mereciendo la pena instalar un puesto en la fiesta "al menos por ahora", mientras que otros, como los del puesto de rosquillas Ancla, notan una bajada de concurrencia muy acusada. Sin embargo, hay hosteleros del centro que calculaban que la clientela había subido al menos un 50% con respecto al año pasado. Hay opiniones variadas sobre una fiesta que tuvo, como todas, sus luces y sombras.

LO MEJOR
1. El buen tiempo, sin lluvia, ayudó a atraer gente
Es una variable impredecible, pero absolutamente clave. Por encima de cualquier otra cosa, desde el programa de actos hasta la oferta de atraciones, el tiempo es lo que determinará si el San Froilán es un éxito o un fracaso. Este año ayudó mucho. El sol de otoño y las jornadas sin lluvia facilitaron los paseos familiares y atrajeron a visitantes de toda Galicia.

Aunque a los comerciantes de textil y calzado, este inicio de campaña los tiene muy preocupados, lo cierto es que es al clima suave a quien se puede atribuir gran parte de la concurrencia de algunos días de patronales. Ayer, aunque también acompañó, muchos feriantes achacaban a las previsiones de fuertes lluvias el hecho de que resultase un día más flojo de lo que se esperaba. "Otros años había gente agolpada frente al puesto y era difícil caminar, hoy se pasa perfectamente", se lamentaba Inone Antía Romo, desde su caseta de artesanía de la Praza Maior. Salpicados por el ferial y todas las calles del centro, los vendedores ambulantes de paraguas dejaban en evidencia que, efectivamente, se esperaba otra cosa.

2. Mayor recaudación económica, que beneficia a la ciudad
San Froilán es una buena manera de hacer hucha y quizás este año más que nunca ha apuntalado su capacidad de generar riqueza para la ciudad. La adjudicación de las casetas del pulpo, con la entrada de nuevos actores, se ha revelado como lo que es (un negocio jugoso al que le salen muchas novias) además de lo que venía siendo (una tradición que supone el pilar de la fiesta). Solo gracias a ese concurso el Ayuntamiento recaudó unos 30.000 euros a mayores de lo que solía conseguir, pero la ganancia extra se redondea con el de los puestos del ferial, porque también este año los feriantes pagaron más de lo que solían hacer.

Ese dinero a mayores se reinvierte en las fiestas, que tuvieron un presupuesto de 600.000 euros, de los que el Concello pone un tercio. Evidentemente, la aportación de este año será menor.

Al margen de eso, las patronales actúan como un pequeño motor para la economía de la ciudad: desde la hostelería hasta el comercio, todos ganan en estas fechas.

3. Conciertos variados que lograron una buena respuesta
No hubo grandes estrellas, de esas que mueven a multitudes desde otros puntos de Galicia, Asturias y León, y pese a todo se produjeron varios llenos y hubo recitales para todos los gustos. Loquillo gustó a los veteranos, Abraham Mateo a las adolescentes y Carlos Núñez a los tradicionales. El programa fue heterogéneo y resultó difícil no encontrar al menos una actuación que resultara de interés.

4. Las calles estuvieron libres de manteros
La presencia de manteros, que solía resultar muy polémica en ediciones pasadas, no ocurrió este año. Salvo momentos puntuales, sobre todo las tardes de los festivos, apenas se extendieron mantas. Cuando lo hicieron, además de los típicos bolsos, pusieron a la venta productos como zapatillas de marca o, si convenía, paraguas, además de artesanías de madera o cuadros. Muchos asistentes vieron unas fiestas más ordenadas, con áreas más separadas: en una zona concreta las barracas, en otra la artesanía... A algunos de los empresarios de Gastroarte, sin embargo, no les gustó su nueva ubicación en la Rúa Puro Cora.

5. Sigue siendo una fiesta que se hace en la calle
Las patronales de Lugo son callejeras e incluso la comida más tradicional se solía comer en instalaciones humildes al aire libre. La animación en la calle sigue siendo clave y, a las charangas, pasacalles y pequeños conciertos organizados por el Ayuntamiento en pequeños rincones de la ciudad hay que sumar también las actuaciones de pandillas de amigos y grupos amateur que dan mucha vida a las calles de la ciudad durante nueve días.

LO PEOR
1. La polémica de las casetas y la amenaza de su ausencia
La controvertida adjudicación del servicio del pulpo centró la atención durante las semanas previas a la fiesta. Las dudas sobre si el nuevo adjudicatario sería capaz de asumir las tres casetas y los cuatro calderos que en principio le fueron adjudicados -luego renunció a un caldero y una caseta- hicieron que algunos llegaran a plantear la posibilidad de que no se sirviese pulpo en el Parque y se truncase la tradición. Al final, no ocurrió.

2. Escasa información de buses y aparcamientos disuasorios
Los buses que conectan el centro y los aparcamientos disuarios abiertos en As Termas, Sanfiz y dos en Campos Novos circularon prácticamente vacíos. Sigue sin haber una información útil y práctica sobre ese servicio, que para una gran mayoría de visitantes es todavía desconocido. Encontrar dónde dejar el coche en zonas próximas al centro y, especialmente en los festivos y el fin de semana, siguió siendo misión imposible.

3. Visibilidad en la Praza Horta do Seminario
Muchos de los asistentes a los conciertos en Horta do Seminario se quejaron de lo mismo: la ubicación de una plataforma en la zona central de la plaza que impedía la correcta visión de una gran parte del público. La plataforma está destinada a albergar una mesa de sonido, servir de soporte para cámaras de televisión y acoger a personas en sillas de ruedas que necesiten un lugar elevado para poder ver los conciertos. Si bien su uso es imprescindible, muchos pidieron que para futuras convocatorias se replantee su ubicación.

Por otra parte, algunas personas con discapacidad o que utilizan sillas y carritos de bebés se quejaron de la ocupación de las aceras por parte de algunos hosteleros, que ampliaron sus terrazas más allá de los límites impidiendo la correcta circulación. Recordaron que se multó a los que instalaron mesas en el exterior de las casetas, y no se intervino en otros casos.

4. Sin Día del Niño en las barracas y con precios variables
El hecho de que no hubiera ningún Día del Niño -una costumbre ya fija en la gran mayoría de fiestas en las que durante una jornada se hacen precios especiales para los pequeños en las atracciones- fue objeto de numerosas críticas. Los feriantes alegaron que no se hacía porque el Ayuntamiento no quiso dejarles continuar su actividad hasta el domingo, día 16, de forma que las patronales incluyeran dos fines de semana. Sin embargo, la mayoría de padres no acabaron de comprender esa explicación, ya que la rebaja especial para las barracas podía hacerse también en cualquiera de los nueve días que duran las fiestas. Además, muchos se quejaron de que las entradas de las atracciones variaron de precio según la jornada, de forma que algunas costaban 3,5 euros los primeros días y 4, los últimos.

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